APUNTES PARA UNA ARQUITECTURA AUSENTE

APUNTES PARA UNA ARQUITECTURA AUSENTE



Impenitente : Adjetivo. Que persevera en un hábito.
Ausente : Nombre común. Aplicado a personas o cosas. De lo que se ignora si vive todavía o donde está



"Un artista verdadero es alguien que está preocupado por muy pocas cosas."
Aldo Rossi


"No habrá otro edificio"
Louis Kahn


“Nada es tan peligroso en la arquitectura como tratar los problemas por separado”
Alvar Aalto


domingo, 8 de junio de 2025

HISTORIAS DE LA ESCUELA DE ARQUITECTURA DE VALENCIA (3) . LOS PROYECTOS.



En nuestra Escuela de Arquitectura, a finales de los setenta, las asignaturas de Proyectos eran las que nos daba las mayores alegrías y los más terribles pesares. Estructuradas en tres cursos a partir del tercer año, más el Proyecto Final de Carrera como colofón, nos deslumbraban, las amábamos y nos mataban.

En la mitología académica esta mágica triada, con su aura de prestigio y enjundia, sobrevolaba mayestáticamente sobre el resto de las otras materias. Todos sabíamos que eran la reina-madre del programa docente y que su conocimiento sería el embrión fundamental de nuestro aprendizaje.

Lo habitual, salvo para los elegidos, era el acceder lenta y difusamente a la comprensión y el conocimiento de lo que significaba proyectar. Mi caso no fue una excepción y solo cuando llegué a los últimos cursos comencé a tener una ligera consciencia de ello. Y eso que siempre aprobé estas asignaturas a la primera, excepto en Proyectos II donde, como ya he contado en otro articulo, me cascaron un 4,75 por no poner suficientes armarios en las viviendas proyectadas. Este era el nivel. (Véase en este blog el articulo “Elogio del armario, del pasillo y del recibidor”).

Por que, ¿Cómo aprender a proyectar?.

Nuestra juvenil impaciencia, ansiosa de resultados instantáneos, junto a la habitual inexperiencia en que vegetábamos y el mejorable bagaje cultural, aun en ciernes, con que muchos llegábamos a la Escuela, difícilmente casaban, es más, claramente chirriaban, al confrontarse con esta disciplina que demanda, entre otras capacidades, una manifiesta cultura artística y técnica, grandes dosis de análisis y de síntesis y, además de acumulada experiencia, holgados tiempos de reflexión y maduración, cuestiones estas que solo podían adquirirse muy parcialmente en los cortos y apresurados años de nuestro paso por la Escuela.

A esta tarea tampoco ayudaban muchos de los vicios docentes de la época y a los cuales nuestra Escuela no era ajena. Trufada de las contradicciones estructurales propias del sistema convivían, amalgamados, rescoldos de pasados comportamientos autoritarios, heredados de la etapa política anterior, y la frecuente confusión de roles en buena parte del alumnado y hasta del cuerpo docente (se tenia a gala el ser todos colegas por aquel entonces).

En cuestiones internas se producían sucesos de mayor calado tales como las desvergonzadas practicas endogámicas, por familias y asignaturas, o las valiosas perdidas de profesores de gran talento y criterio, tras trayectorias azarosas con abandonos o ceses, ninguneados o relegados por tristes razones burocráticas, luchas internas, o por su no pertenencia a la oportuna capilla de intereses académicos-personales. Y en otras cuestiones era habitual, incomprensible y fácilmente reparable, la ingrata descoordinación entre los contenidos de materias, troncales o auxiliares, y sus imposibles calendarios.

Todo esto, obviamente, también se reflejaba y percibía en el Departamento de Proyectos Arquitectónicos de aquel entonces.

A pesar de ello, la ilusión y la perseverancia nos mostraban algunas claves para abordar la maravillosa tarea del proyectar : analizar y sintetizar con rigor y sensatez, no perder de vista la historia y husmear el futuro, seguir estrechamente a los maestros y aprender de sus rebeldías, o trasegar con un sin fin de dibujos y bocetos, muchos con destino final en la papelera tras largas horas de reflexión sobre el tablero y bajo el viejo flexo. Estas eran las armas con las que uno debía contar

Aun sabiendo de la necesidad de estos menesteres, muchos ni a la primera, ni a la segunda ni a la tercera conseguíamos fácilmente despegar y manejar las innumerables variables del complicado universo de la teoría y la practica de la ideación. En los periodos de extravío proyectual afloraba la desazón y la autoestima rodaba por los suelos.

En compensación, cuando, tras jornadas plagadas de dudas uno creía avistar en el horizonte, entre tantos trazos y borrones gráficos y mentales, un retazo de posibilidad en su puzle compositivo y, además, podía sustentarlo con cierta carga teórica robada apresuradamente de alguna publicación, la dicha era inexplicable. Todavía no éramos muy conscientes que proyectar una vivienda, un colegio o un cementerio era una continua reflexión sobre la personas y sus vidas.

Como conclusión existencial se intuía que, tanto con el auxilio del profesorado o sin el, cada uno tendría que recorrer su solitaria y personal travesía en esto del proyectar y, entre luces y sombras, buscar, intuir y tal vez encontrar. Y también se presentía que este ejercicio no terminaría cuando, finalizados los estudios, colgáramos nuestra placa en el portal. Sería, seguramente, un largo viaje de muchos años.

sábado, 10 de mayo de 2025

SIEGFRIED KRACAUER. UN AQUITECTO A LA ESPERA.



Siegfried Kracauer (Frankfurt 1889 – Nueva York 1966) se graduó en arquitectura en la Königlische Bayerische Technische Hochschule de Múnich en 1911. Intelectual y estudioso empedernido, en su libro “Escritos sobre Arquitectura”, realizó un análisis muy perspicaz de la arquitectura alemana de su tiempo y de aquellas vanguardias que marcaron el panorama internacional inmediato en el devenir de la arquitectura moderna.

Y aunque Kracauer no se prodigó en demasía en su profesión, pues solo trabajó como arquitecto unos pocos años en un estudio privado de Frankfurt y en la Oficina Técnica de Osnabruck, durante el resto su vida siempre se comportó como tal.

En su aspecto más sintético y universal, Kracauer señalaba que la arquitectura solo era una más de las teselas del mosaico de la construcción de la vida.

Las referencias que nos han llegado de Kracauer nos lo presentan como un personaje asociado a un difuso concepto de “extraterritorialidad permanente” y situado en tierra de nadie. El mismo se definía como la insignificante ginesta o la verde retama que proliferan en los márgenes de los caminos y que muchos viajeros ignoran. También se comparaba con el inepto y desconcertado soldado Scheik, personaje literario de las novelas de Jaroslav Hasek, y al igual que aquel confesaba que, durante la Primera Guerra Mundial solo sirvió para la tarea militar “poco gloriosa, pero tan digna y necesaria, de pelar patatas contra el enemigo”.

Tras aparcar el ejercicio de su profesión, en su vertiente más inmediata del proyectar y construir (que una gran mayoría de arquitectos aun supone como la única existente), Kracauer dedicó el resto de su vida a ejercer, como Walter Benjamin describiria, de “observador de la realidad social que le rodeaba” y a escribir hermenéuticos libros y artículos sobre lo que se podría definir como “una recolección y rescate de los fenómenos marginales de la cultura”. Kracauer lo denominaba como “una búsqueda en pos de vistas y modos de ser”. Estas “vistas” versaban tanto sobre aspectos de la teoría del arte, la historia, la arquitectura, la sociología, la filosofía y la critica de cine.

En 1921 comenzó a escribir para el influyente Frankfurtter Zeitung publicando un sustancioso numero de artículos. Pero cuando la línea editorial del periódico fue virando hacia posiciones afectas al nazismo, la figura de Kracauer, con sus constantes apelaciones al compromiso de las libertades democráticas, fue tornándose mas incomoda y molesta para la dirección del diario. Paulatinamente se le redujo el sueldo, se le desalojó de su propio despacho personal y sus artículos comenzaron a ser rechazados o censurados por sus superiores. Y, como era de esperar, fue finalmente despedido.

En 1933, acosado y perseguido por el régimen nazi, se exilió en Paris. En 1941 se trasladó a los Estados Unidos y allí trabajó como humilde becario en investigaciones cinematográficas y en colaboraciones de proyectos sociológicos. En 1947 publicó uno de sus libros más conocidos, “De Caligari a Hitler”, concebido como una historia psicológica del cine alemán. Falleció en Nueva York en 1966.

Kracauer, siendo un gran intelectual, renunció a establecer teorías o idearios sobre la arquitectura. Y practicó, en este ámbito, un voluntario distanciamiento, tanto de las corrientes emergentes de su tiempo, como de las aferradas a épocas pasadas. Lo que realmente le interesaba de la arquitectura eran las razones estructurales que la conformaban y su papel en la sociedad.

Y tanto, como virginal arquitecto como en sus posteriores actividades, siempre permaneció, como el mismo remarcaba, “disponible y a la espera”.

En uno de sus artículos más importantes, titulado “Los que esperan”, explica y deja constancia de esta posición. Escrito en 1922, y de carácter filosófico-teologico, sirve a Krakauer para exponer su actitud personal de espera sobre “las distintas teselas del mosaico que conforman la construcción de la vida, y de la que la arquitectura era una más”.

A la búsqueda de lo absoluto, entiéndase en arquitectura lo supremo, en su articulo Kracauer identifica de un lado a aquellos que aceptan fanáticamente, y con una fe ciega, las tesis tradicionales e históricas, susceptibles con el tiempo de convertirse en sucedáneos o caricaturas; y del otro lado y opuestas, las posiciones escépticas, e incluso desesperanzadas, de los existencialistas o de los inoperantes utópicos (personas cortacircuitos los denomina) que, sin objetivos determinados, abrazan servilmente las modas y la magia estética de cada instante.

Incapaz de adherirse a cualquiera de estas multitudes, Kracauer prefiere desmarcarse del sistema imperante para quedar “disponible” (en el sentido de no haber sido “usado” ni manipulado) y permanecer “a la espera” en una actitud de “apertura” o “disponibilidad vacilante” y en una posición tan abierta como inconcreta a ojos externos. La vía que propone Kracauer solo pergeña, con la alerta del que no se deja llevar a engaño, una puesta a punto equidistante, entre aquellas extremas, como posible encuentro con lo supremo.

¿Qué significa esta espera?. Kracauer lo indica en estos términos:

“ El que espera tiene en común con el desesperado intelectual, ante todo, la valentía que les acredita en el poder perseverar.....”

Desde el lado positivo, la espera significa un estar abierto que, naturalmente, en modo alguno puede ser confundido con una distensión de las potencias anímicas que se esfuerzan en pos de las últimas cosas......”

Para el hombre aquí mencionado, de lo que se trata es, entre otras cosas, de la tentativa de trasladar el centro de gravedad desde el yo teorético al yo humanamente completo, y, desde el mundo irreal atomizado de las potencias carentes de forma y las dimensiones carentes de sentido, instalarse en el mundo de la realidad y de las esferas que circunda. ..”.

"Y sin embargo, ciertamente, toda indicación es aquí cualquier cosa antes que una instrucción para el camino. ¿Debe añadirse que el prepararse es sólo una preparación de lo que no puede ser forzado, de la transformación y de la entrega? ..”.

Kracauer conoce la historia de la arquitectura y sabe de sus avances y retrocesos, de sus errores y sus aciertos. Por ello, frente a la arquitectura de su tiempo, no se adscribe al clasicismo monumental que se proclama fundado en bases inamovibles, ni tampoco a las relucientes Neues Bauen o Neue Sachlichkeit, de las que si bien admite sus méritos, advierte que no logran las conquistas prometidas y que, en su mismas renuncias, vuelven a caer en dogmas enmascarados y en nuevos cánones formales. El Weinssenhof de Stuttgart y los cinco puntos de Le Corbusier constituyen, para Kracauer, el más claro ejemplo.

Podría parecer que la posición de Kracauer induce a la parálisis o a la inoperatividad, sin riesgos excesivos y sin avances. Es posible. Pero en esta aparente renuncia y expectante búsqueda es donde reside la grandeza y su lado heroico.

Basta repasar las ultimas arquitecturas actuales para reconocer, en muchos de sus ejercientes, algunas de las posiciones descritas por Kracauer. El cóctel de tendencias, dispares y antagónicas, es inacabable. Una mezcla entre los ansiosos de novedades sin apenas maduración, de un lado, y el pelotón de los nostálgicos del pasado, del otro. Y aunque todo esfuerzo debe ser admirado, también la disipación y las incoherencias deben ser advertidas.

El camino que propone Kracauer es duro y solitario. Es el del arquitecto, consciente de su papel y desligado de los vaivenes y modas, que pone en duda permanentemente lo que se proclama como eterno y rechaza, al tiempo, lo que se le inculca, demasiadas veces, como la nueva modernidad. Y que, además, no confunde las livianas metas y los corrientes haceres profesionales con la caduca narrativa social creada de su “excelsa profesión”. Cuestión esta última solo conducente a la petulante sensación de creerse importantes y a una ignorante confusión y olvido de sus valores propios.

Siegfried Kracauer solo espera y atisba críticamente el horizonte. Y, además, sabedor humilde del riesgo de no llegar siquiera al puerto deseado. Pero ya solo esta actitud, de inteligente espera, le legitima en la batalla de la búsqueda de la lucidez imprescindible en todo proceso creativo.




lunes, 3 de marzo de 2025

¿ LOS CAMINOS DE LA ARQUITECTURA ACTUAL ?. LA BRUJULA POLITICA DE ZAERA- POLO Y FERNANDEZ-ABASCAL

    


En la Escuela de Arquitectura de Valencia, a finales de los años setenta, nos lo montábamos bastante bien con lo de las tendencias emergentes en la arquitectura del momento. No es preciso subrayar lo diletantes que éramos.

En aquellos días nos parecía fácil manejar “el-quien-es-quien” de la arquitectura contemporánea. Los esquemas eran relativamente sencillos y hasta se podían ordenar cronológicamente en sentido vertical y horizontal. Los organicistas por aquí, los racionalistas por allá, el historicismo por arriba, la tendenza a un lado, los metabolistas en el otro, el naciente posmodern por abajo, etc., etc. Como no sabíamos más, nuestros sencillos gráficos nos parecían claros y ordenados.

Pero desde entonces, y aceleradamente en los últimos tiempos, la cosa se ha complicado. Tras el lío del posmodern (del que solo vislumbrábamos que ya estaba en puertas), del posterior deconstructivismo, de la arquitectura bloboidale, de la anarquitectura, de neofuncionalismo, de la dis-arquitectura, del landform y de otras tantas gaitas posteriores – que ya no se ni nombrarlas - la verdad es que hace tiempo que uno se pierde con facilidad.

Consulto al respecto con un colega ilustrado y me dice que es porque ahora estamos en la transversalidad permanente. Presumo que también en una perversa diagonalidad y envueltos en un infernal paraboloide que justifica todo dislate.

Este desconcierto personal tal vez se deba, así mismo, a la cortedad de la perspectiva desde la que miro. Añádase a ello la habitual confusión en que uno vegeta a pesar de tanta revista especializada (hoy en horas bajas por la dictadura de las redes) y de la mezcolanza de tantos congresos sobre arquitecturas-nada, de jornadas avanzadas, de mini-jornadas aún más avanzadas, y de abrumadoras conferencias y mesas de trabajo sobre futilidades similares. Y todo ello soportando, al tiempo, el agobiante torpedeo de la multitud de imágenes que aterrizan por la pantalla del ordenador.

Concluyo, finalmente, que mi general despiste es precisamente por todo ello. Los AsymptoteKengo Kumani-architecsmad officePei-Zhu, y tantos otros, revolotean imparablemente sobre mi cabeza en una confusa sopa de letras y me producen el natural trastorno. Son tiempos pantanosos y de mudanza en la arquitectura.

Así que, para ponerme al día y ver si llego a buen puerto en esto de la arquitectura actual, intento refrescar algunas de las publicaciones más solventes sobre el tema .

Y como no se trata de desempolvar los voluminosos tratados y mamotretos de historiadores y demás críticos al uso, buceo ahora a la búsqueda de esquemas gráficos y sintéticos que, a modo de prontuarios inmediatos, se puedan tener siempre a mano para una consulta rápida, y así evitar el poner cara de haba cuando algún vecino progre me dice que pretende hacer su casa en estilo “normcore” (que en realidad ni el sabe lo que es y lo habrá leído en alguna revista de esas de hogar y decoración) o cuando un conocido impertinente me pregunta sobre este o aquel arquitecto (que también habrá visto en el archdaily ese) y del que uno no sabe ni de su existencia.

Buscando estos guiones-chuleta me topo primero con los arboles evolutivos de Charles Jenks, ciertamente muy conocidos e incluso ya un poco clásicos, (¡como pasa el tiempo!). Así que los aparco de momento.

Reparo, a continuación, en un diagrama que Alejandro Zaera-Polo y Guillermo Fernández-Abascal confeccionaron hace pocos años. En su momento fue como un cubo de agua fría sobre tanta fantasía personal acumulada pero como me pareció, y me parece, muy solvente y actual ahora lo rememoro y así de paso recargo las pilas.

LA BRUJULA POLITICA DE LA  ARQUITECTURA GLOBAL

Este diagrama, al que sus autores denominan brújula, proviene de un articulo publicado en 2018 como revisión de otro anterior de 1998. O sea, que es muy actual y se advierte, al instante, que sus autores conocen muy bien el tema.

El axioma de salida de este mapa-brújula, tal como manifiestan sus autores, es que la arcadia feliz en la que estaban instaladas las ultimas arquitecturas tecno-paramétricas / globalizadas / tecno-corporativas, y demás corrientes adláteres de la posmodernidad mundial se desmoronaron bruscamente, con un antes y un después, tras el colapso de la etapa capitalista con la crisis del 2008. (Lehman Brother y todo el lio ese de los sistemas financieros).

Por ello, la arquitectura paramétrica, como mascaron de proa de la arquitectura estrella y a la cabeza de este orden reinante, que basaba su proyecto estético en los grandes edificios con geometrías espectaculares y tecnologías complejas solo posibles de ser diseñadas y calculadas mediante ordenadores, quedó entonces barrida y con un encefalograma plano a futuro.

La tesis, tras el descalabro, es que desde entonces la arquitectura actual ya no se rige solo por la sucesión de los diversos juegos linguísticos, o la dictadura algorítmica con mayor o menor carga teórica si no, y en principal manera, por la asunción y la vuelta de sus protagonistas a posiciones más comprometidas políticamente. Posiciones estas ciertamente olvidadas en las décadas anteriores, en la que los arquitectos, instalados en una falsa asepsia y un cómodo autismo, no miraban más allá de su propio ombligo, y de reojo como referencia, en el rutilante espejo de los arquitectos estrella.

El corolario final, tras esta debacle, es que solo las arquitecturas emergentes, que ya se estaban posicionando como alternativa a la etapa del tardo-capitalismo, son las que tienen alguna posibilidad de supervivencia.

En consecuencia, este mapa-brújula se centra en los trabajos de los estudios de arquitectura más jóvenes y sensibles que han abandonado las practicas usuales del parametricismo y sus variantes del posmodern. Por ello, deliberadamente, en el mapa-brujula se renuncia a incorporar a los arquitectos mas conocidos y establecidos en los circuitos anteriores, si bien algunos de estos, los que olfatearon los nuevos vientos de cambio, se reciclan y siguen presentes en ciertos episodios actuales.



LA BRUJULA POLITICA DE LA ARQUITECTURA GLOBAL

Este mapa-brújula es, formalmente, un diagrama sincrónico y circular y funciona tanto en forma centrifuga como centrípeta donde las tendencias mas radicales se posicionan en el borde exterior para hibridarse con las contiguas a medida que se recorre hacia el centro.

domingo, 24 de noviembre de 2024

LA CASA DEL ARQUITECTO (4). JOHN PAWSON.

                                                                                                                                                                                                                          

John Pawson (Halifax 1949) es una de las figuras más representativas del minimalismo. Y lo practica, tanto en lo artístico, como en lo moral, con una profunda radicalidad.

Viajero incansable, y a la búsqueda de respuestas a sus inquietudes, Pawson recorre durante su juventud multitud de paises del Lejano Oriente y se establece un año en el Japón trabajando, como simple aprendiz, para el arquitecto y diseñador Shiro Kuramata a quien reconoce como su primer maestro. De este recibe la influencia de la cultura Zen y de la belleza del lenguaje artístico simple y modesto de la filosofía del "wabi", basada en la “pobreza voluntaria", como camino para alcanzar la plenitud de una vida serena y transcendente.  

Pawson también reconoce como referencias personales las figuras de Mies Van der Rohe, a quien admira por su búsqueda de la perfección formal, de Le Corbusier por su incansable activismo intelectual y de A.G. Fronzoni por la simplicidad de sus diseños. Y añade como en su retina siempre están presentes los paisajes calmados de su Yorkshire natal y la arquitectura de los monasterios medievales cistercienses como modelos de una actitud sencilla y modesta.

Con estas influencias Pawson comienza a zurcir el lienzo de lo que será su hacer arquitectónico en el futuro, y siempre teniendo como meta el trasladar a sus composiciones, y a la ejecución de sus espacios, la sencillez más extrema. Para ello se propone alcanzar, como el mismo denomina, el "mínimo irreductible" mediante la implacable reducción a lo estrictamente necesario y en todos los niveles, tanto artísticos como mentales, de las superposiciones, apariencias y comportamientos del ser humano.

Pawson define este minimalismo, tan personalmente entendido, como : "la perfección alcanzada por algo cuando es imposible que sea mejorado por sustracción. Esta es la cualidad que posee todo objeto en el que todos sus componentes, detalles y funciones se han reducido a lo esencial". 

viernes, 5 de enero de 2024

NUESTRO QUERIDO PROMOTOR LOCAL Y SU HABITAT NATURAL

 





La figura del promotor inmobiliario, en este país, podría ser digna de un tratado de sociología y psicoanálisis versado en audacia y supervivencia.

Para fijar bien el término, digamos que, en el sentido clásico, el promotor inmobiliario es esa persona, física o jurídica, que arriesgando su dinero propio o buscándolo en otras fuentes, pone en marcha y desarrolla todo el proceso edilicio adquiriendo el suelo, encargando los proyectos, tramitando las licencias y contratando las obras para, finalmente, rentabilizar el producto construido.

Pero ciertamente, y sobre todo desde las últimas décadas, estas tareas se han ido alterando. Todo ha cambiado bastante. 

                                                                         ----o----

Cuando, allá por los años setenta, los jóvenes arquitectos pasábamos desde las cálidas escuelas de arquitectura a la frialdad de la calle por estos lares se estaba produciendo un fenómeno muy curioso y que venía de lejos. Todo el mundo, con posibles económicos, aspiraba a ser promotor inmobiliario. La coyuntura social y los vientos económicos parecían incitar a ello.

Y en esta tarea se afanaban multitud de candidatos, pues para ello solo era necesario reunir tres condiciones, si bien, no al alcance de todos y a saber : tener dinero fresco (o posible acceso a él), poseer elevadas dosis de atrevimiento, incluso rayando en la inconsciencia, y gozar de un ilimitado desparpajo verbal y existencial.

Otras gracias no eran estrictamente necesarias y las condiciones sociales de la época así lo permitían.

lunes, 27 de noviembre de 2023

VOLVIENDO A MIES

 

        

Le pregunto a un ilustrado colega sobre cual es el momento arquitectónico en que nos encontramos y, tras dudar un instante, concluye que en la arquitectura actual no existe un frente único, sino un conjunto de distintas corrientes que se cruzan y entrelazan. O, como dirían los cursis, una confluencia de diversas sinergias que se retroalimentan..

Así que me quedo igual que estaba.

Por ello, de vez en cuando y mientras intento reciclarme y ponerme al día (prometo colgar un organigrama actualizado en cuanto lo tenga claro), vuelvo la mirada hacia atrás para pisar tierra firme y rescatar viejas sensaciones y posos de nuestra querida arquitectura que en su día me alegraron o sorprendieron y que ahora, en estos tiempos del rumiar, me entretienen y animan.

Y para ello, ¡cómo no!, vuelvo a Mies. A nuestro Mies.

 

MIES VAN DER ROHE EN 1912

sábado, 18 de marzo de 2023

GOOGIE. LA HERMANA MENOR Y TRAVIESA.

 


Se ha escrito tanto sobre la arquitectura Googie que da un poco de rubor insistir en el tema. Pero, como siempre que la miro me asombra por su inocente osadía, y me produce hasta un poco de ternura, no me resisto a escribir algunas lineas sobre este fenómeno que, en menos de veinticinco años, nació y murió junto a las costas norteamericanas.

La arquitectura Googie, también conocida como Populuxe o Doo-wop (en la costa este), se configuró como una derivación de la arquitectura futurista y del influjo de la cultura por el uso masivo del automóvil. Con origen y mayor implantación en el sur de California, alcanzó su momento álgido en las década de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado prolongándose, incluso, hasta principios de los setenta.

Para muchos, en la arquitectura Googie están los orígenes de Pop-Art. Para otros, es la oveja negra de la familia.

La acepción con que se le conoce surgió por el nombre de la famosa cafetería GOOGIE´S proyectada por el arquitecto John Lautner, en 1949, en el cruce entre Sunset Boulevard y Crescent Heights en la ciudad de Los Angeles. Esta denominación se hizo rápidamente muy popular y fue comúnmente aceptada tras el articulo y las fotografías que el arquitecto Douglas Haskell publicó en la revista “House and Home Magazine”, en 1952.

Alan Hess, también arquitecto e historiador, y un gran conocedor de la arquitectura del “Streamline Moderne” del Los Angeles de aquellos años, la definió en su libro "Geoggie Redux" (2004) como Googie = Ultramodern Road Side Architecture.


CAFETERIA GOOGIE´S. LOS ANGELES. JOHN LAUTNER .1949.




domingo, 26 de febrero de 2023

ARQUITECTOS EN LA OTRA ORILLA (3). PAUL BONATZ

 


La Escuela de Stuttgart representa una de las corrientes mas tradicionalistas de la arquitectura alemana durante el primer tercio del siglo XX. En los años de entre guerras era muy conocida tanto en Alemania como fuera de sus fronteras. Su gran prestigio se sustentaba en las figuras preeminentes de Theodor Fischer, mentor y padre espiritual de la misma, y en la triada conformada por los profesores Paul Bonatz, y sus directos discípulos Paul Schmitthenner y Heinz Wetzel. Tambien cabe citar, como participes importantes de este movimiento, a Wilhelm TiedjeMartin Elsaesser  y Hugo Keuerleber.

Después de 1945 se puede hablar también de una segunda escuela de Stuttgart representada por la generación de Richard DöckerRolf GutbrodRolf Gutbier Ludwig Schweizer .

La escuela de Stuttgart rechazaba los historicismos aunque defendía un estilo de construcción clásico y conservador. Sus principios propugnaban que la forma del edificio debía resultar de la propia construcción, de la naturaleza del material y de la apropiada manera del trabajo basada en las tradiciones.

Paul Bonatz (Solgne 1877- Stuttgart 1956) estudió arquitectura en la Universidad Técnica de Munich y en la Universidad Técnica de Berlín-Charlottenburg. Coetáneo de Tessenow, colaboró con Theodor Fischer en sus trabajos y sucediendole en la cátedra de Proyectos y Urbanística de la Universidad de Stuttgart.

Su relación política con el nacional-socialismo podría describirse como un peligroso equilibrio entre la sutil adaptación y la resistencia, pues aunque nunca se unió al partido nazi (en realidad solo había pertenecido brevemente al SPD) el régimen siempre trató de usarlo como referencia de élite cultural y aprovecharse de sus reconocidas cualidades profesionales y de su gran prestigio, si bien, nunca lo consideró políticamente fiable.

Cuando Bonatz criticó abiertamente la propuesta para la renovación de la Königsplatz en Berlin proyectada por Paul Troost, a la sazón factotum de la arquitectura nazi y del que fue asesor artístico, y posteriormente también descalificó la arquitectura monumental y megalómana de la Cancilleria del Nuevo Reich, proyectada por el ascendente y mimado arquitecto del aparato nazi, Albert Speer, calificándola como "claramente inadecuada”, fue perseguido e investigado por la Gestapo y acusado de ser claramente hostil al régimen gubernamental por su defensa de los judíos.

domingo, 5 de febrero de 2023

LA CASA DEL ARQUITECTO (3) . KENZO TANGE



Kenzo Tange (Sakai 1913- Tokio 2005) es uno de los máximos exponentes del racionalismo de la segunda generación y, ciertamente, con una clara vena metabolista. Su centro de comunicaciones de Kofu, y tantas otras obras más, así lo atestiguan.

Pero al mismo tiempo es también un experto de la sutilidad y de la sensualidad. Sus estadios para los Juegos Olímpicos en Tokio, de 1964, con sus curvas sinuosas y formas suaves, nos lo indica. En muchas sus plantas y volúmenes también se advierten reminiscencias del organicismo.

Centro de Comunicaciones. Kofu. 1966.


Estadio Olimpico. Tokio. 1964.


Estadio Olimpico. Tokio. 1964.



LA CASA DE KENZO TANGE

Pero en su propia casa en Tokio, construida en 1953, es en donde se intuye su lado particular e intimo. En ella, siguiendo la tradición japonesa, reinventa esta ancestral manera de hacer adaptándola a su momento actual.

Las distribuciones de casa de Kenzo Tange son limpias, sencillas, moduladas, casi miesanas. La casa tiene dos plantas pero toda la vivienda se sitúa en planta primera, siendo la planta baja prácticamente diáfana.


Casa Tange. Tokio. 1953. Plantas.

jueves, 15 de diciembre de 2022

ARQUITECTOS EN LA OTRA ORILLA (2).GIOVANNI MUZIO Y EL NOVECENTO MILANES



Entre las arquitecturas marginadas por la interesada historiografía "oficial" del Movimiento  Moderno y repudiadas, así mismo, por la critica adepta a la arquitectura racionalista, se debe reseñar y recordar al movimiento artístico y cultural denominado como el "Novecento", que tuvo su desarrollo y máximo apogeo en la Italia de los años veinte y treinta del siglo pasado.

(Véase también, al respecto, en este blog : ARQUITECTOS EN LA OTRA ORILLA (1). LA PROPAGANDA RACIONALISTA).

En su faceta arquitectónica esta corriente contribuyó con una señalada aportación local que después se ha conocido como el "Novecento Milanes".

El Novecento italiano se inició, a finales de 1922, por un grupo de siete artistas mayoritariamente vinculados a la pintura: Mario Sironi, Achille Funi, Leonardo Dudreville, Anselmo Bucci, Emilio Malerba, Pietro Marussig y Ubaldo Oppi. 

Estos artistas, provenientes de tendencias diferentes, se aunaron en un sentido común del "retorno al orden" en el arte tras los experimentos que las vanguardias artísticas, como el Futurismo y el Cubismo, habían planteado a principios del siglo XX.  El ideal de esta nueva corriente, en contraposicón, era tener como referencia suprema la antigüedad clásica, la pureza de las formas y la armonía en la composición. 

sábado, 24 de septiembre de 2022

LA ASISTENTA CAPAZ

                      

Creo que este blog no es sospechoso de ambigüedad o titubeo respecto de las reivindicaciones de la mujer en la sociedad actual. Y en particular, de sus retos y desafíos en relación con la arquitectura.


Me remito para ello a otros artículos anteriores publicados, independientemente de las fechas anuales obligadas como suele ser generalmente al uso, y en los que he abordado la relación mujer-arquitectura desde diversas ópticas: “Arquitectos y Arquitectas”“¿Los arquitectos de Valencia son machistas?…”, “Maggies´s. La arquitectura de la vida”, etc.

Así que, reiterando lo dicho, sirvan ahora estas líneas para recordar a otra arquitecta de gran talento que no ha sido valorada como debiera y que, incluso hoy en día, es bastante desconocida para un buen número de las personas que se mueven en los círculos de la arquitectura. 

Me refiero a Marion Mahony

 

MARION MAHONY
 

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Cuando, en 1909,  Frank Lloyd Wright abandonó a su mujer y a sus tres hijos fugándose a Europa con la esposa de uno de sus clientes, Mamah Borthwick Cheney, dejó pendientes e inconclusos un buen número de los encargos que se estaban preparando en su oficina de Oak Park (que no cobrados por adelantado).

También, para la apasionada aventura transcontinental, Wright sableó pecuniariamente, hasta donde pudo, a los conocidos más próximos. Así era, por aquel entonces, nuestro Frank. 

De este desaguisado profesional tuvo que hacerse cargo Herman Von Holst, colaborador de Wright en aquel entonces. Von Holst, a su vez, recurrió, suplicó y convenció finalmente a Marion Mahony para que le ayudara a terminar y a responder de los compromisos y de los trabajos pendientes. La misma Mahony, previamente, ya había rehusado de esta petición al mismo Wright. 

En realidad, y dadas las circunstancias, era casi obligada y necesaria esta elección por Von Holst pues Marion Mahony había sido la primera empleada de Wright en su oficina de Oak Park y, durante los catorce años anteriores, su colaboradora más brillante (y única mujer).

Durante ese periodo, y de forma intermitente, Mahony ayudo al maestro americano en los proyectos de muchas de las viviendas, muebles, vidrieras y paneles decorativos que salieron de aquel mítico estudio de arquitectura. Y fueron, sin duda y sobre todo, los dibujos, las perspectivas y las acuarelas realizadas por Mahony las que establecieron la impronta personal del estilo de Wright y que tanto le valieron a este su fulgurante fama inicial. 

Mahony volvió, pues, de nuevo a trabajar en la firma pero con la condición de ostentar el control total de los diseños. En las casas realizadas en este periodo (con Wright ausente) se advierte como domina totalmente el lenguaje de las "prairies hauses". En ese puesto, proyectó varios de los encargos en ciernes y por los que Wright cosechó, indirectamente, también gran éxito. 

 

sábado, 4 de junio de 2022

CITA CON ALGUNOS PEQUEÑOS RETAZOS DE FELICIDAD

En Marzo de 2012 publiqué en este blog un artículo titulado " La Cárcel encarcelada. Manual de urgencia para cándidos ciudadanos"

En él me refería a las torres de oficinas (cuatro y de iniciativa pública autonómica) que aparecieron en su día, como si nada, y de la mano de nuestros queridos gobernantes en el entorno inmediato, por no decir encima, del edificio de la antigua Cárcel Modelo de Valencia.

Como allí comentaba, son unas torres que, a bocajarro, ocultan y agreden el edificio carcelario primigenio negando todo intento de aproximación razonable a este y asfixiándolo desde cualquier punto de vista.

En dicho artículo, además de exponer y comentar las cuestiones urbanísticas, edilicias y políticas de su gestación e implantación, constataba que mi crítica no era la única. Un buen número de colegas, estamentos colegiales y docentes, y otros amantes de la arquitectura también se tiraban de los pelos ante este dislate.

  

TORRES DE OFICINAS PUBLICAS AUTONOMICAS RODEANDO
 EL EDIFICIO DE LA  ANTIGUA  CARCEL MODELO DE VALENCIA

Como no se trata ahora de reincidir en aquellos mismos términos, solo decir que uno se mantiene y reafirma en lo allí dicho . (pinchar aquí para leer el articulo)

Las imágenes finales que presentan esta torres en su perenne asalto al edificio original, y obligan al cándido ciudadano a soportarlas todo el tiempo, son de este porte :

  

      © Pablo J. López Hernández.2012. 

 © Pablo J. López Hernández.2012. 

 © Pablo J. López Hernández.2012. 


 © Pablo J. López Hernández.2012. 

                                                                  

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Pero he aquí qué, a veces, Dios existe. Por caminos insospechados, y de pura carambola, he percibido en estas torres unas circunstancias que, al menos, nos otorgan a los sufridos ciudadanos un respiro y una pequeña brisa de satisfacción. Y al Cesar lo que es del Cesar.

jueves, 18 de noviembre de 2021

AUGE Y CAIDA DE LA ARQUITECTURA RACIONALISTA




Entre los estudiantes que deambulábamos por la Escuela de Arquitectura de Valencia, a mediados de los años setenta, era creencia generalizada que la arquitectura racionalista se mantenía en plena vigencia y gozaba de muy buena salud.

También parecía que las opiniones del profesorado, entonces existente, eran muy similares al respecto.

En nuestro limitado y parcial conocimiento los héroes del momento seguían siendo aquellos legendarios arquitectos racionalistas europeos del primer tercio del siglo XX que habían arrinconado los caducos historicismos y eclecticismos anteriores y que nos mostraron los nuevos caminos hacia la modernidad.

Nuestros excelsos campeones de aquellas míticas y primeras generaciónes eran, naturalmente, Walter Gropius, Mies Van de Rohe, y Le Corbusier. Y, por supuesto, Frank Lloyd Wright. (A Wright lo teníamos que añadir en todas las listas, y siempre a la cabeza aunque no era europeo ni racionalista, porque todos sabíamos, desde el primer instante, que era el verdadero maestro).

La arquitectura racionalista, según aseguraban sus propios manifiestos en clave trascendente, nos proporcionaría su infalible contribución en la formación de una sociedad más feliz para el nuevo hombre del siglo XX. No nos importaba demasiado que esta modernidad negara la historia y la tradición porque pronto nos dimos cuenta que esto era más bien una pose y, generalmente, solo de boquilla. Con la proclamación de la universalidad de sus formas y del ideal de su internacionalidad nos bastaba.

En nuestro sencillo esquema teórico y juvenil de la idea de la arquitectura contemporánea que entonces teníamos, este organigrama nos cuadraba bastante bien por lo que, en aquellos tiempos, estábamos inocentemente satisfechos y contentos.

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Como bien sabemos, el movimiento racionalista en la arquitectura alcanzó su visibilidad internacional en 1927 con motivo de la Siedlungen Weissen, en Stutgartt, exposición de una colonia de viviendas aisladas y en bloque auspiciada por el Deutcher Werkbund y capitaneada por el mismo Mies Van de Rohe. Se evidenció, así entonces, la existencia de esta nueva escuela que ofrecía una alternativa de arquitectura moderna, madura y de gran homogeneidad en sus principios teóricos y en sus resultados formales.


SIEDLUNGEN WEISSEN.STUTTGART. 1927