Para comenzar, y deshacer el primer posible entuerto, diré que no me refiero solo al
título de arquitecto. Me refiero también al de machista. Y así, me reafirmo en
lo enunciado arriba.
Y todo
esto en relación a lo acaecido en el Colegio Territorial de Arquitectos de
Valencia donde, recientemente, se ha celebrado una “charla-tertulia” sobre la
situación actual y las reivindicaciones de nuestras colegas arquitectas. Según reza el texto de la invitación : “ la mujer arquitecta sera la protagonista del
encuentro…“. La sesión era al albur del Día Internacional de la Mujer 2020 y
de esta serie de eventos con que los colectivos que se sienten
oprimido nos torpedean periódicamente.
La charla-tertulia
se celebró en la sala de exposiciones del CTAV. Y en primer lugar cabe
felicitar a quien corresponda, ¿arquitecta?, por la magnifica ambientación escénica
conseguida con tan sutiles y mínimos medios : cintas moradas de papel pegadas
a los paramentos de la sala que cimbreaban y bailaban al compás del aire
acondicionado y del efluvio reinante. Y en cada una de las cintas, grafiado
sobriamente, el nombre de cada compañera colegiada. Unas ochocientas cintas al
parecer. Magnifico espectáculo. Su va-y-ven nos envolvía y recordaba su
presencia durante la charla-tertulia. Casi imposible conseguir tanto con tan
poco.
La
ponente de esta charla-tertulia encargada nos sumergió, a continuación, en un océano de estadísticas,
cuadros, organigramas, comentarios y muy variada documentación sobre el tema en cuestión.
Junto con la sagaz moderadora, y la franca charla del público asistente, navegamos por
los procelosos mares de la difícil conciliación de nuestras arquitectas locales
en el ámbito trabajo-familia, en la perversa relación jerárquica, aun existente al parecer, entre arquitectos-arquitectas y en las discriminaciones
de género que nuestras colegas sufren aun en ciertas y momificadas
administraciones y entidades. También, en los insospechados casos de las
parejas, sentimentales o no, que ejercen al alimón la arquitectura (¿entendí
que casi el 50 % de la arquitectas eran pareja sentimental con un arquitecto?).
Todo un rosario de situaciones ciertamente sorprendentes a estas alturas del tercer milenio que, es obvio, aun suceden y que nuestras arquitectas nos
exponían conocedoras de su cotidiana realidad. Circunstancias que no dejaban en
buen lugar tanto a sus compañeros, pareja o no, a los distintos estamentos e instituciones, e incluso, a los que pasábamos por allí.
En este
variado caleidoscopio de tan diversas situaciones profesionales-personales, y
para que nadie se llevara a engaño, si se advertía una común salvedad :
nuestras colegas, a mi parecer, no estaban derrotadas ni mucho menos
suplicantes; tal vez un poco dolidas, pero todas las allí presentes con las pilas
bien puestas y la moral muy alta.
Hasta aquí,
pues, lo normal (¿..?) dentro de lo que se espera en una charla-tertulia de
reivindicación de género, y en este caso, con la singular cualificación profesional
y cultural de las personas que intervinieron. Y además, me pareció, con justa
razón en casi todo lo descrito y denunciado.
Pero lo
realmente sorprendente, lo que chirriaba exponencialmente, y lo que producía cierta
desazón fue el descompensado índice porcentual de asistentes de uno y otro género que
concurrieron a la cita. De las aproximadas cincuenta personas presentes en la charla-tertulia solo apenas se contabilizaban seis o siete del ramo masculino (incluidos,
naturalmente, el Decano, el Presidente del Colegio Territorial, los miembros
varones de las Junta y uno o dos deambulantes que estaban por allí). El resto
del espectro varonil colegial era la nada. El casi cero.