APUNTES PARA UNA ARQUITECTURA AUSENTE

APUNTES PARA UNA ARQUITECTURA AUSENTE



Impenitente : Adjetivo. Que persevera en un hábito.
Ausente : Nombre común. Aplicado a personas o cosas. De lo que se ignora si vive todavía o donde está



"Un artista verdadero es alguien que está preocupado por muy pocas cosas."
Aldo Rossi


"No habrá otro edificio"
Louis Kahn


domingo, 26 de febrero de 2023

ARQUITECTOS EN LA OTRA ORILLA (3). PAUL BONATZ

 


La Escuela de Stuttgart representa una de las corrientes mas tradicionalistas de la arquitectura alemana durante el primer tercio del siglo XX.

En los años de entre guerras era muy conocida tanto en Alemania como fuera de sus fronteras. Su gran prestigio se sustentaba en las figuras preeminentes de Theodor Fischer, mentor y padre espiritual de la misma, y en la triada conformada por los profesores Paul Bonatz, y sus directos discípulos Paul Schmitthenner y Heinz Wetzel. Tambien cabe citar, como participes importantes de este movimiento, a Wilhelm TiedjeMartin Elsaesser  y Hugo Keuerleber.

Después de 1945 se puede hablar también de una “segunda” escuela de Stuttgart representada por la generación de Richard DöckerRolf GutbrodRolf Gutbier Ludwig Schweizer .

La escuela de Stuttgart rechazaba los historicismos aunque defendía un estilo de construcción clásico y conservador. Sus principios propugnaban que la forma del edificio debía resultar de la propia construcción, de la naturaleza del material y de la apropiada manera del trabajo basada en las tradiciones.

Paul Bonatz (Solgne 1877- Stuttgart 1956) estudió arquitectura en la Universidad Técnica de Munich y en la Universidad Técnica de Berlín-Charlottenburg. Coetáneo de Tessenow, colaboró con Theodor Fischer en sus trabajos y sucediendole en la cátedra de Proyectos y Urbanística de la Universidad de Stuttgart.

Su relación política con el nacional-socialismo podría describirse como un peligroso equilibrio entre la sutil adaptación y la resistencia, pues aunque nunca se unió al partido nazi (en realidad solo había pertenecido brevemente al SPD) el régimen siempre trató de usarlo como referencia de élite cultural y aprovecharse de sus reconocidas cualidades profesionales y de su gran prestigio, si bien, nunca lo consideró políticamente fiable.

Cuando Bonatz criticó abiertamente la propuesta para la renovación de la Königsplatz en Berlin proyectada por Paul Troost, a la sazón factotum de la arquitectura nazi y del que fue asesor artístico, y posteriormente también descalificó la arquitectura monumental y megalómana de la Cancilleria del Nuevo Reich, proyectada por el ascendente y mimado arquitecto del aparato nazi, Albert Speer, calificándola como "claramente inadecuada”, fue perseguido e investigado por la Gestapo y acusado de ser claramente hostil al régimen gubernamental por su defensa de los judíos.

domingo, 5 de febrero de 2023

NUESTRO PROMOTOR LOCAL Y SU HABITAT NATURAL



La figura del promotor inmobiliario, en este país, podría ser digna de un tratado de sociología y psicoanálisis versado en audacia y supervivencia.

Para fijar bien el término, digamos que, en el sentido clásico, el promotor inmobiliario es esa persona, física o jurídica, que arriesgando su dinero propio o buscándolo en otras fuentes, pone en marcha y desarrolla todo el proceso edilicio adquiriendo el suelo, encargando los proyectos, tramitando las licencias y contratando las obras para, finalmente, rentabilizar el producto construido.

Pero ciertamente, y sobre todo desde las últimas décadas, estas tareas se han ido alterando. Todo ha cambiado bastante. 

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Cuando, allá por los años setenta, los jóvenes arquitectos pasaban desde las cálidas escuelas de arquitectura a la frialdad de la calle, en estos lares, se estaba produciendo un fenómeno muy curioso y que venía de lejos. Todo el mundo, con posibles económicos, aspiraba a ser promotor inmobiliario. La coyuntura social y los vientos económicos parecían incitar a ello.

Y en esto se afanaban multitud de candidatos pues, para ello, solo era necesario reunir tres condiciones, si bien, no al alcance de todos y a saber : tener bastante dinero (o posible acceso a él), poseer elevadas dosis de atrevimiento, incluso rayando en la inconsciencia, y gozar de un ilimitado desparpajo verbal y existencial.

Otras gracias no eran estrictamente necesarias y las condiciones sociales de la época así lo permitían.