Entre las arquitecturas marginadas por la interesada historiografía "oficial" del Movimiento Moderno y repudiadas, así mismo, por la critica adepta a la arquitectura racionalista, se debe reseñar y recordar al movimiento artístico y cultural denominado como el "Novecento", que tuvo su desarrollo y máximo apogeo en la Italia de los años veinte y treinta del siglo pasado.
(Véase también, al respecto, en este blog : ARQUITECTOS EN LA OTRA ORILLA (1). LA PROPAGANDA RACIONALISTA).
En su faceta arquitectónica esta corriente
contribuyó con una señalada aportación local que después se ha conocido como el
"Novecento Milanes".
El Novecento italiano se inició, a finales de 1922, por un grupo de siete artistas mayoritariamente vinculados a la pintura: Mario Sironi, Achille Funi, Leonardo Dudreville, Anselmo Bucci, Emilio Malerba, Pietro Marussig y Ubaldo Oppi.
Estos artistas, provenientes de tendencias diferentes, se aunaron en un sentido común del "retorno al orden" en el arte tras los experimentos que las vanguardias artísticas, como el Futurismo y el Cubismo, habían planteado a principios del siglo XX. El ideal de esta nueva corriente, en contraposicón, era tener como referencia suprema la antigüedad clásica, la pureza de las formas y la armonía en la composición.