El
título de este artículo puede inducir a engaño. Cierto que existen edificios que durante
su ejecución, o a los pocos años, se han derrumbado. Pero también podemos afirmar que
el 99,99 %, se mantienen en pie. Un edificio puede albergar gran infinidad de
patologías que se van produciendo en el transcurso de su vida : grietas,
desconches, humedades, etc, etc. Pero en la casi totalidad de los casos la obra, con un aire de altivez, no se doblega.
Un
profesor de mi Escuela de Arquitectura en Valencia nos decía que las obras no se caían
porque no tenían vergüenza. Esta afirmación nos infundía un estado de optimismo
irracional que mitigaba nuestros temores como calculistas de estructuras.
Incluso se nos aseguraba que si en una estructura, de repente, suprimiéramos un
pilar esta se mantendría en pie. ¡ Que bella indolencia nos inculcaba esta afirmación !. ¡ Qué maravillosa era esa
tendencia natural de la estructura a la redistribución de esfuerzos y solicitaciones de las acciones y que
surgían de la realidad constructiva sin nosotros pedirlo y sin ella saberlo !.
Al parecer, independientemente
de nuestros errores o meteduras de pata, un ángel de la guardia nos socorrería en la mayoría de las ocasiones.