APUNTES PARA UNA ARQUITECTURA AUSENTE

APUNTES PARA UNA ARQUITECTURA AUSENTE



Impenitente : Adjetivo. Que persevera en un hábito.
Ausente : Nombre común. Aplicado a personas o cosas. De lo que se ignora si vive todavía o donde está



"Un artista verdadero es alguien que está preocupado por muy pocas cosas."
Aldo Rossi


"No habrá otro edificio"
Louis Kahn


martes, 3 de julio de 2012

BRUNO ZEVI, EL CODIGO ANTICLASICO Y LOS ARCHITETTI CAMERIERI





Rememorar la figura de Bruno Zevi (Roma 1918 - Roma 2000) y lo que significó para la arquitectura moderna resulta muy atrayente.

Y más el sopesar, desde nuestra perspectiva actual, el diverso impacto que tuvieron los Siete Invariantes de la Guia al Codigo Anticlásico formulados en su libro "El Lenguaje Moderno de la Arquitectura" en 1973.

Beligerante y apasionado, Zevi preconizó a ultranza la necesidad de una codificación del nuevo lenguaje moderno arquitectónico. La mayoría de sus libros, "Arquitectura In Nuce" (1964), "Saber Ver la Arquitectura" (1948), "Historia de la Arquitectura Moderna" (1950)  no dejaron indiferentes a nadie. Para unos eran un conjunto de soflamas radicalizadas, y para otros, los libros imprescindibles de cabecera

En su Código Anticlásico Zevi establecía los siete invariantes con que se debía manifestar y desarrollar el lenguaje de la arquitectura moderna del siglo XX. Eran el nuevo "habla" a propagar y entender con su propio léxico, gramática y sintaxis.

A finales de los años setenta en la Escuela de Arquitectura de Valencia estos invariantes se convirtieron en una cuestión de fe indiscutible.También y al tiempo, los allí aspirantes a arquitectos, nos epatábamos con los "patrones de arquitectura" de Cristopher Alexander, aunque inmediatamente se veía que aquello de los "patherns" eran unas recetillas más simples tales como cuidar los umbrales en el tránsito desde el exterior al interior, o respetar siempre en los recorridos las secuencias desde lo publico a lo privado. En fin, cositas como más para ir por casa.

Claramente, los audaces invariantes de Bruno Zevi no eran lo mismo. Sus controvertidos enunciados destilaban vitalidad y confianza ilimitada. Eran de mayor calado y además, ante nuestra manifiesta incultura arquitectónica en esos tiempos, aquello parecía un chollo.

Según Zevi, cumpliendo fielmente el guión propuesto en sus invariantes uno podía, sin gran esfuerzo, empezar a hablar el lenguaje de la arquitectura moderna casi como quien hace rosquillas. Así que muchos de nosotros, aun con una dudosa idea de lo que era la arquitectura (en muchos todavía persiste hoy en día), ingenua y reiteradamente sometíamos nuestros proyectos de escuela y de papel a la prueba mágica del algodón que los obligados invariantes representaban, para comprobar anhelantes, si íbamos por el buen camino. Si ya eramos, o no, modernos.

Al terminar la carrera y salir a la fría realidad de la calle estos invariantes, como otras tantas cosas, se nos fueron olvidando por el camino así que, ahora, los rescato y les doy un repaso rápido.

Primer Invariante: El catálogo como metodología del proyecto.  Este era el invariante más importante y fundamental. El "principio genético" de los demás. Se trataba de hacer un reset mental y empezar  desde cero rechazando y poniendo en solfa todas las normas, ordenes, cánones, tabúes y modelos anteriores. Todo-de-todo-de-todo. Como si naciéramos de nuevo. A la porra cualquier dogma o imposición. O sea, que se podía prácticamente hacer lo que uno quisiera sin ninguna clase de reverencias a lo establecido (o eso es lo que nos parecía). Muy bueno y fácil, pensábamos. La cosa prometía.


El catalogo como metodologia. Primer invariante.
© Editorial Poseidon

Segundo Invariante : Asimetria y disonancias. Este invariante estaba chupado. Nada de redundantes composiciones simétricas que eran, precisamente, el maligno fetiche del clasicismo a extirpar. Nada de conjuntos falsamente equilibrados. La disonancia como resultado natural de la verdad que se proyectaba. Muerte a las lineas paralelas. Según Zevi, Simetría = Despilfarro Económico + Cinismo Intelectual. Tiene mucha razón, mascullábamos, y guillotina al angulo recto. Las plazas medievales, irregulares y libres, frente a la uniformidad artificiosa y dictatorial de la geometrías del barroco y del renacimiento.Y nada de escuadra ni de cartabón. Retornar a la mano alzada. Este invariante también parecía fácil porque generalmente, y sin proponérnoslo, la mayoría de los proyectos nos salían raros y asimétricos.


Asimetria y disonancias. Segundo Invariante.
© Editorial Poseidon


Tercer Invariante : Tridimensionalidad antitética de la perspectiva. Según Zevi, cuando en los principios del siglo XV se descubrió la maldita perspectiva, los arquitectos se olvidaron de la arquitectura limitándose solo a dibujarla. Las perspectivas pues, y sobre todo las rebuscadamente centrales con una sola fuga, en vez de propiciar la tridimensionalidad reducían los edificios esquemáticamente en su representación a prismas simples y aburridamente estáticos, perdiéndose el gran patrimonio de las curvas, las asimetrías, los caprichosos ángulos, etc., y mostrando así solo la falsa bidimensionalidad de los objetos.

A nosotros nos iba muy bien eso de zumbarse y demonizar las perspectivas, más que nada por el trabajo que daban. De mayores, luego comprendimos que no se trataba exactamente de eso.

Perspectiva como antitesis tridrimensional. Tercer Invariante.
© Editorial Poseidon

Cuarto Invariante : Sintaxis de la descomposición cuadrimensional. Ahora lo que había que hacer era seguir a De Stijl (una revista que tuvimos que buscar a toda prisa). Roto el bloque de las falsas perspectivas se imponía descomponer la caja. Una habitación no era un prisma cerrado sino seis planos en los que había que descoser las juntas y liberar los tabiques. Estos cerramientos eran independientes, podían levantarse o bajarse y exceder de los limites que antes separaban lo exterior de lo interior. O sea, se trataba de volver a desmontarlo todo tras haberlo montado previamente..El paradigma era el Pabellón Alemán en la Exposición de Barcelona de Mies van der Rohe y los cuadros de Mondrian. Y como a estos si lo conocíamos, la idea se captaba enseguida.

Descomposición cuatridimensional. Cuarto invariante.
© Editorial Poseidon

Quinto Invariante : Estructuras en voladizo, caparazones y membranas. Aquí Zevi ponía a parir a los arquitectos e ingenieros que no sabían aprovechar el esqueleto estructural para integrarlo en la propia obra, o los que lo falseaban por prejuicios clásicos. A algunos, Zevi les tenia ganas. Por ejemplo a Gustave Eiffel con su dichosa torre y en la que, según Zevi, los cuatro grandes arcos que dan la impresión de soportar y repartir todo el peso de la misma, resultaba que eran falsos y cobardemente diseñados solo para respetar la retórica estaticidad de la visualidad clásica.

Conclusión: saber combinar la técnica con la expresión. Habia que seguir a Ricardo Morandi, Buckminster Fuller, etc. El paradigma de la integración entre estructura y forma era, una vez más, la Falling Watter.


Estructuras, caparazones, membranas. Quinto invariante.
© Editorial Poseidon

Sexto Invariante : Temporalidad del espacio.  Zevi aquí se desmelena y se lanza en la defensa de la cualidad que realmente le interesa y que, para el, era el nudo gordiano de la cuestión :  "La arquitectura no deriva de una suma de longitudes, anchuras y alturas de los elementos constructivos que envuelven el espacio, sino que dimana propiamente del vacío, del espacio envuelto, del espacio interior, en el cual los hombres viven y se mueven".

Había, pues, que olvidarse de otros rollos e ir directamente a la búsqueda de la ansiada espacialidad. Y en eso, los más mayores, hemos estado durante muchos años. Algunos aun no la han encontrado.  

La temporalidad del espacio. Sexto invariante.
© Editorial Poseidon

Séptimo Invariante :  Reintegración edificio-ciudad-territorio. La modernidad debía llegar a todos los ámbitos. Se cambiaba de escala y todo lo dicho anteriormente se podía llevar desde el picaporte de una puerta hasta todo el edificio, a la misma ciudad, al territorio y hasta el mundo mundial. Y puesto que ya no existían las fachadas como tradicionalmente las entendíamos, el edificio y la ciudad se fusionaban. Incluso aquello tenia una palabra : la urbatectura.

Este invariante representaba la integración, a todos los niveles, de todos los conceptos y, en el, Zevi preconizaba el cóctel de los usos: centros sociales, residenciales, zonas de recreo, centros docentes, etc. Todo ensamblado y nada de guetos. Como la naturaleza misma. Nosotros así lo intentábamos, pero claro, a veces nos salía todo un poco desmadrado y más bien próximo al caos. 

Reintegración edificio- ciudad- territorio. Septimo invariante.
© Editorial Poseidon.

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Pues bien, conocidos y asimilados estos siete invariantes, el truco consistía en juntarlos todos al tiempo y así el nuevo lenguaje moderno fluiría libremente en nuestra arquitectura.

Pero entonces empezaban los problemas. Pronto se veía que aquello no resultaba tan fácil y que el hablar la arquitectura moderna no era nada sencillo. Compaginar todos los invariantes era similar, algunas veces, a ensamblar un complicado rompecabezas. Era como manosear, sin pericia, las teclas de un piano: cuando tocas una te salta la otra y si lo haces con todas a la vez aquello resulta un lío. Así que estas Tablas de la Ley de la modernidad arquitectónica resultaban más pesadas de lo esperado. Algunos, ni recitando nueve veces cada uno de estos invariantes eramos capaces de alcanzar tan fácilmente la tierra prometida.

Y era, entonces, cuando uno más admiraba la facilidad y la naturalidad con que nuestros maestros  conseguían aquellos objetivos, y al parecer, sin pensárselo mucho y de un golpe magistral. (Por aquel entonces para nosotros los maestros solo eran tres: Lecorbu, Wright y Mies)

Bruno Zevi también creía, al igual que los arquitectos pretéritos de las vanguardias históricas del siglo XX, en la misión trascendente de la arquitectura y en su papel para revolucionar la sociedad y mejorar el mundo. Y que, naturalmente, los arquitectos eran los nuevos profetas. Luego comprobamos que esto tenia una gran componente de quimera. Pero el órdago estaba otra vez lanzado por Zevi como nuevo gurú..Y como ejemplo de esta fe, sirva la siguiente anécdota como botón de muestra :

Mi amigo y colega, el arquitecto italiano Maurizio Malena, fue alumno de Bruno Zevi y me ha relatado el ritual con que el maestro iniciaba su curso docente cada año en la Universidad de Roma. En la magna aula, abarrotada por los nuevos y expectantes estudiantes, con voz profunda y magistral les recibía con las siguientes palabras :

 " Todos ustedes han venido porque quieren ser arquitectos. Algunos llegarán a serlo. La mayoría no. Y de los que lleguen a serlo, es posible que muchos no puedan trabajar nunca como arquitectos. Tendrán que hacerlo en otros trabajos, tal vez como camareros. Pero no se preocupen, porque gracias a su formación como arquitectos siempre serán unos magnificos architetti-camerieri ".

El arquitecto a la búsqueda de los Siete Invariantes.
© Editorial Poseidon


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