Como ahora ya no pasa el agua por el cauce y su antiguo lecho se ha convertido en un serpenteante parque, ahora se pueden observar bien los muros desde donde se tienen que mirar estas cosas, o sea, desde abajo.
En la Escuela de Arquitectura me enteré que los muros del cauce, ahora verde parque, eran una cosa muy bien hecha. Luego descubrí que la construcción y mantenimiento estaba en manos de la Fabrica Vella de Murs i Valls, y Nova, Rita del Riu cuyo origen se remonta al año 1251. Y, ciertamente, aquellos maestros constructores sabían lo que se llevaban entre manos.
Muro del Rio Verde. © Pablo J.López Hernández |
Los muros originales son de magnifica factura. Un perfecto ejemplo que del buen conocimiento de la estereotomía tenían aquellos picapredreros de antaño. Incluso a muchos de nosotros nos costaría hoy el representar algunas de estas piezas dibujadas correctamente en planos. Ejecutados con sólidos sillares de piedra los muros han soportado muy bien el paso del tiempo, riadas incluidas. Estos muros se arriostran con bellos contrafuertes, algunos en perfecto estado y otros con heridas y desperfectos que nadie se ha preocupado en reparar y reconstruir.(claro, porque ya no están los de Murs e Valls...).
Contrafuertes
Muro del Rio Verde. © Pablo J.López Hernández |
Contrafuerte herido y olvidado © Pablo J. López Hernández |
También, como somos como somos, en nuestros nobles lienzos se han ido cometiendo una serie de incontroladas chapuzillas.
Mamposteria de turron. © Pablo J. López Hernández |
Esta forma de ejecutar la mampostería consiste, en realidad, en un chapado, generalmente de poco espesor, con piezas de formas y proporciones irregulares y en las que las juntas de cemento, de un gris feo y enmohecido, componen una maraña que, ni de lejos, se asemejan a los sólidos y antiguos sillares. En la jerga local se les llama "mamposteria de turron" (del duro). Su parecido a éste, y el vulgar resultado kitsh no necesita mayor explicación. Quedarían mejor hasta de plástico (creo que ya los hay). Y al menos no se mentiría.
Y como parece que hasta lo del turrón se acabó (¿falta de presupuesto? , los últimos remiendos se han realizado, sin miramiento alguno, con descontroladas bandas de hormigón a-lo-que-salga-y-como-quede.
Banda de hormigón a lo que salga y como quede. © Pablo J. López Hernández |
Segunda chapuzilla : En los muros también hay gárgolas que vierten las aguas de las calzadas al río hoy ausente. Las originales son muy sobrias y eficaces. Con generosos voladizos y una economía formal lógica y sencilla cumplen muy bien su función.
Pero no se puede decir lo mismo de las gárgolas-chapuzas aparecidas posteriormente, porque ni son gárgolas ni son nada. Solo son simples tubos, de polietileno o algo así, cortados a tope y aberrantemente enrasados en la cara del muro. Yo creo que hasta se han dispuesto así para que no se note mucho su magnifica cutrez. Lo lamentable es que todas estas soluciones corresponden a nuestros tecnológicos tiempos modernos.
Gárgola engendro en
Muro del Rio Verde. © Pablo J. López Hernández |
Tercera chapuzilla : Se trata de una banda de cemento, superficial y continua, de dos o tres dedos de anchura que cual, culebrilla caprichosa, va recorriendo y serpenteando a lo largo de nuestros amados muros. Tras su detenido estudio se concluye que se trata presumiblemente del inteligente método de ocultación de antiguos cables de corriente eléctrica para supuestos focos de iluminación ahora ya inexistentes.
Estos falseados para los impropios cableados, con su relleno de cemento a flor de piel (mejor dicho, a flor de muro), van de ninguna parte a ninguna parte y han quedado estúpidamente olvidados. Son como unas cicatrices que nunca acaban de curar.
En fin, un poco de lío y pequeños dislates en los muros del cauce nuestro amado río, ahora, verde.¿Incultura manifiesta en lo del turrón?. ¿Total desprecio o falta de presupuesto en los parcheados de hormigón a-lo-que-salga?. ¿Prisas y desgana en lo de las gárgolas y el cable-culebrilla ?. Seguramente un poco de todo.
Si los de Murs e Valls despertaran, y vieran como tratamos nuestros nobles muros, algún sillar nos tirarían merecidamente a la cabeza.
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