Las ciudades actuales son grandes
y ruidosas. Invaden nuestros sentidos con sus voces y aullidos. Sus turbulencias
nos impiden ver realmente como son. A primera vista se parecen a.un inmenso caleidoscopio
de esquinas, de neones y de personas de los cuales apenas si atisbamos su
esencia.
Pero existe otra ciudad más
profunda, más intima, más silenciosa, que subliminalmente entra en nuestra
mente sin que apenas nos demos cuenta.
Esta es la ciudad que plasma en
sus telas Marcelo Fuentes. Cuando por casualidad, allá por la primavera del
2008, vi una de sus exposiciones su pintura me impactó. No conocía nada de este
pintor ni sabia quien era. Pero aquellos lienzos rememoraron en mi retina esa
ciudad silenciosa y calmada que todos llevamos dentro.
En las ciudades de Marcelo Fuentes,
Nueva York, Madrid, Mallorca, no es casualidad el que no aparezcan seres
humanos. No hacen falta. Las masas de los edificios son suficientes para recordarnos
lo que no sabemos ver. Es la soledad solo acompañada por el lenguaje silencioso
y perenne de la ciudad callada.
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