APUNTES PARA UNA ARQUITECTURA AUSENTE

APUNTES PARA UNA ARQUITECTURA AUSENTE



Impenitente : Adjetivo. Que persevera en un hábito.
Ausente : Nombre común. Aplicado a personas o cosas. De lo que se ignora si vive todavía o donde está



"Un artista verdadero es alguien que está preocupado por muy pocas cosas."
Aldo Rossi


"No habrá otro edificio"
Louis Kahn


miércoles, 13 de junio de 2012

HISTORIAS Y ARQUITECTURAS DEL MIDTOWN (1) : PEREIRA Y ALGUNAS COSAS QUE LOS ARQUITECTOS TIENEN QUE SABER

En la vida existen las carambolas.También en la arquitectura. Nos llevan de aqui para allá, nos aupan o nos estrellan.

El que Skidmore, Owings and Merrill (SOM) proyectaran la Lever House, o que a Mies Van Der Rohe le encargaran el Seagram Building, fue de pura chiripa.

Los dos edificios los hubiera debido realizar William Pereira. Pero caprichosas casualidades, situaciones rocambolescas y algunas torpezas propias hicieron que la moneda le saliera de cruz en las dos ocasiones. Sucedió en el Midtown de Manhattan, en los opulentos años cincuenta, cuando los  rascacielos aparecían como setas.

William Pereira (Chicago 1909-Los Angeles 1985) fue uno de los arquitectos más prolíficos de su generación. Asociado con Lukman, desde 1930, proyectó más de cuatrocientos edificios a lo largo y ancho de los Estados Unidos. Era realmente bueno y le daba a todo y en todos los sitios : Campus Universitarios en California, Centros de Investigación en San Diego, Rascacielos en Los Angeles......



Piramide Transamerica.
 William Pereira.© Flirk 


Pero Manhattan se le resistía. Y en la primera ocasión en que la deseada manzana se le puso a tiro todo resultó un poco disparatado.

Su socio, Lukman, había dejado temporalmente la arquitectura en 1948 para ser el presidente de la Lever Brother Company, una potentísima multinacional de jabones (pasar de la arquitectura al soap, ya es ciertamente  sorprendente, y tal vez solo imaginable en USA).  Y por aquel entonces, en 1950, los propietarios de la compañía, los hermanos Lever, decidieron trasladar su cuartel general desde el industrial Chicago al glamuroso Manhattan. Naturalmente, con Lukman como presidente y padrino, se le encargó el proyecto a Pereira. 

El sitio elegido fue el frente este de Park Avenue entre las calles cincuenta y tres y cincuenta y cuatro. Treinta y una plantas. Trescientos pies de altura. Los hermanos Lever tenían pasta por un tubo (de la del jabón y de la otra). Y querían demostrarlo.Su brillante filosofía era : " del precio que se paga por una pastilla de jabon, el 89 %  es gracias a su  publicidad, y la mayor publicidad en toda America es estar aqui".  

Así que Pereira aunque se puso manos a la obra. Pero apenas tuvo tiempo siquiera de afilar el lápiz.

Al tiempo que preparaba los primeros bocetos, los hermanos Lever despidieron a Lukman (por las cosas esas del jabón y, allí, a un presidente de compañía lo ponen y lo quitan en un plis-play). De rebote, Pereira se quedó sin padrino, sin encargo y sin Manhattan.

Fruto de esta nefasta carambola el proyecto le cayó a SOM y se erigió la Lever House que hoy conocemos. No es posible saber si Pereira hubiera proyectado un mejor edificio. Aunque recibió alguna crítica, la verdad es que a SOM le salió la obra muy bien. Y como siempre hay un gracioso, Frank LLoyd Wright, que además de un genio también era un pedante egocéntrico, comentó que aquello parecía un "box with stiks".


Lever House. SOM.© Flirk
   
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La segunda ocasión le llegó a Pereira en 1954.

Samuel Bronfman, principal  propietario de la J. E. Seagram Company, (destilerías y licores a lo grande) anunció su intención de construir su edificio corporativo también en Manhattan y en la misma Park Avenue.

Y también esta vez Pereira fue el arquitecto elegido, ahora nuevamente con Lukman quien, tras su gloriosa andanza en lo de los jabones, había vuelto a la arquitectura.

Pereira, un poco pelota, manifestó : "El Sr. Bronfman nos ha elegido para hacer algo memorable al celebrar los cien años su compañía. Creo que es una de la mentes más brillantes, y para mi es un orgullo porque he encontrado un amigo inteligente..... No he tenido mejores momentos...".

Pronto se le frustraron, por segunda vez, los mejores momentos a Pereira. Cuando presentó su proyecto (que la verdad, esta vez, no era muy bueno) un corrosivo comentario de la revista "Architectural Forum", diciendo "que aquello se parecía más a un encendedor de lujo que a un edificio", empezó a moverle la silla. Pereira, embarazosamente, replicó que aquello solo eran bocetos preliminares y primera ideas pero la polémica no hizo más que amplificar la cuestión en su contra.




Proyecto del Seagram Building. Pereira
©ESTO

Así las cosas, la estocada de muerte le sobrevino a Pereira de la mano de la propia hija de Bronfman, Phyllis Lambert, a la sazón "moderna-estudiante-de-arte-en-el-París-de-los-cincuenta" y que, al conocer el proyecto, convenció a su padre de que Pereira no era el apropiado. Y que para lograr un "fine" edificio debía buscar un arquitecto más cool.

Bronfman, que solo entendía de guisquis, empezó a dudar de su elección y encargó a su hija que le buscara el arquitecto "cool" de repuesto.

A partir de ese momento, y como un periodista señaló : "Pereira y Lukman fueron lanzados por la borda".

Y Mies, de retruque, aupado a los altares por Philip Johnson a la sazón gurú de la arquitectura americana de la época, y con el favor de la "hija", se encontró con el proyecto entre las manos.


Mies van der Rohe con Phyllis Lambert

Como  Mies era más listo y pillín (esto ya lo veremos otro día) no se complicó la vida y solo se limitó a decir lacónicamente : "Mi aproximación al proyectar este edificio no es distinto a como lo he hecho en otros. Mi objetivo es ir a una clara estructura y construcción.....soy totalmente opuesto a la idea de que un edificio específico deba tener un individual carácter".
  
Y además, como Mies siempre hacia lo mismo, y muy bien, no falló tampoco esta vez. Su Seagram Building  resultó magnifico.



Seagram. Building. Mies Van Der Rohe©ESTO


Por lo qué, visto lo visto, anotemos algunas cosas que los arquitectos tienen que saber:

- Las obras más inesperadas pueden llegar de carambola. También pueden perderse por lo mismo. Así que nada de nerviosismos cuando la sequía se prolonga. Ojo avizor y paciencia.

- No hay que confiarse por mucho enchufe que se tenga. Y nunca si proviene de un ex-socio y presidente de una compañía de jabones. Además, está muy feo.

 - El hacer la pelota al cliente, además de ser denigrante, es bastante inútil la mayoría de las veces. Se nota mucho y también está muy feo.

- Nada de frivolidades y autobombo. Cuando la ocasión lo requiera es mejor poner cara de haba y soltar alguna obviedad, con la voz lo más profunda posible y como si nos creyéramos lo que decimos.

-  Las críticas, vengan de donde vengan, ni caso. Nada de liarse a tortas.

- Fundamental el no caer en desgracia con la familia de cliente. Ojo con la abuela y la esposa. Totalmente obligatorio, y pies de plomo, si en la familia del cliente hay una hija  "moderna-estudiante-de-arte-en-el-París-de-los cincuenta".

Como Pereira descuidó todo esto, le pasó lo que le pasó.

Pero nosotros no tenemos porqué preocuparnos. Cuando al lanzar la moneda nos salga cara, y con este pequeño recetario, es imposible fallar.

2 comentarios:

  1. Y si aún así nos falla la suerte, no hay problema. Está claro los arquitectos valemos igual para un roto que para un descosido: para presidentes de compañías de jabones, para traductores o para blogueros... Lo que nos echen!!

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  2. Amalita, pronto nos saldrá la carambola a tres bandas.Que es la dificil.

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