APUNTES PARA UNA ARQUITECTURA AUSENTE

APUNTES PARA UNA ARQUITECTURA AUSENTE



Impenitente : Adjetivo. Que persevera en un hábito.
Ausente : Nombre común. Aplicado a personas o cosas. De lo que se ignora si vive todavía o donde está



"Un artista verdadero es alguien que está preocupado por muy pocas cosas."
Aldo Rossi


"No habrá otro edificio"
Louis Kahn


“Nada es tan peligroso en la arquitectura como tratar los problemas por separado”
Alvar Aalto


domingo, 8 de junio de 2025

HISTORIAS DE LA ESCUELA DE ARQUITECTURA DE VALENCIA (3) . LOS PROYECTOS.



En nuestra Escuela de Arquitectura, a finales de los setenta, las asignaturas de Proyectos eran las que nos daba las mayores alegrías y los más terribles pesares. Estructuradas en tres cursos a partir del tercer año, más el Proyecto Final de Carrera como colofón, nos deslumbraban, las amábamos y nos mataban.

En la mitología académica esta mágica triada, con su aura de prestigio y enjundia, sobrevolaba mayestáticamente sobre el resto de las otras materias. Todos sabíamos que eran la reina-madre del programa docente y que su conocimiento sería el embrión fundamental de nuestro aprendizaje.

Lo habitual, salvo para los elegidos, era el acceder lenta y difusamente a la comprensión y el conocimiento de lo que significaba proyectar. Mi caso no fue una excepción y solo cuando llegué a los últimos cursos comencé a tener una ligera consciencia de ello. Y eso que siempre aprobé estas asignaturas a la primera, excepto en Proyectos II donde, como ya he contado en otro articulo, me cascaron un 4,75 por no poner suficientes armarios en las viviendas proyectadas. Este era el nivel. (Véase en este blog el articulo “Elogio del armario, del pasillo y del recibidor”).

Por que, ¿Cómo aprender a proyectar?.

Nuestra juvenil impaciencia, ansiosa de resultados instantáneos, junto a la habitual inexperiencia en que vegetábamos y el mejorable bagaje cultural, aun en ciernes, con que muchos llegábamos a la Escuela, difícilmente casaban, es más, claramente chirriaban, al confrontarse con esta disciplina que demanda, entre otras capacidades, una manifiesta cultura artística y técnica, grandes dosis de análisis y de síntesis y, además de acumulada experiencia, holgados tiempos de reflexión y maduración, cuestiones estas que solo podían adquirirse muy parcialmente en los cortos y apresurados años de nuestro paso por la Escuela.

A esta tarea tampoco ayudaban muchos de los vicios docentes de la época y a los cuales nuestra Escuela no era ajena. Trufada de las contradicciones estructurales propias del sistema convivían, amalgamados, rescoldos de pasados comportamientos autoritarios, heredados de la etapa política anterior, y la frecuente confusión de roles en buena parte del alumnado y hasta del cuerpo docente (se tenia a gala el ser todos colegas por aquel entonces).

En cuestiones internas se producían sucesos de mayor calado tales como las desvergonzadas practicas endogámicas, por familias y asignaturas, o las valiosas perdidas de profesores de gran talento y criterio, tras trayectorias azarosas con abandonos o ceses, ninguneados o relegados por tristes razones burocráticas, luchas internas, o por su no pertenencia a la oportuna capilla de intereses académicos-personales. Y en otras cuestiones era habitual, incomprensible y fácilmente reparable, la ingrata descoordinación entre los contenidos de materias, troncales o auxiliares, y sus imposibles calendarios.

Todo esto, obviamente, también se reflejaba y percibía en el Departamento de Proyectos Arquitectónicos de aquel entonces.

A pesar de ello, la ilusión y la perseverancia nos mostraban algunas claves para abordar la maravillosa tarea del proyectar : analizar y sintetizar con rigor y sensatez, no perder de vista la historia y husmear el futuro, seguir estrechamente a los maestros y aprender de sus rebeldías, o trasegar con un sin fin de dibujos y bocetos, muchos con destino final en la papelera tras largas horas de reflexión sobre el tablero y bajo el viejo flexo. Estas eran las armas con las que uno debía contar

Aun sabiendo de la necesidad de estos menesteres, muchos ni a la primera, ni a la segunda ni a la tercera conseguíamos fácilmente despegar y manejar las innumerables variables del complicado universo de la teoría y la practica de la ideación. En los periodos de extravío proyectual afloraba la desazón y la autoestima rodaba por los suelos.

En compensación, cuando, tras jornadas plagadas de dudas uno creía avistar en el horizonte, entre tantos trazos y borrones gráficos y mentales, un retazo de posibilidad en su puzle compositivo y, además, podía sustentarlo con cierta carga teórica robada apresuradamente de alguna publicación, la dicha era inexplicable. Todavía no éramos muy conscientes que proyectar una vivienda, un colegio o un cementerio era una continua reflexión sobre la personas y sus vidas.

Como conclusión existencial se intuía que, tanto con el auxilio del profesorado o sin el, cada uno tendría que recorrer su solitaria y personal travesía en esto del proyectar y, entre luces y sombras, buscar, intuir y tal vez encontrar. Y también se presentía que este ejercicio no terminaría cuando, finalizados los estudios, colgáramos nuestra placa en el portal. Sería, seguramente, un largo viaje de muchos años.

sábado, 10 de mayo de 2025

SIEGFRIED KRACAUER. UN AQUITECTO A LA ESPERA.



Siegfried Kracauer (Frankfurt 1889 – Nueva York 1966) se graduó en arquitectura en la Königlische Bayerische Technische Hochschule de Múnich en 1911. Intelectual y estudioso empedernido, en su libro “Escritos sobre Arquitectura”, realizó un análisis muy perspicaz de la arquitectura alemana de su tiempo y de aquellas vanguardias que marcaron el panorama internacional inmediato en el devenir de la arquitectura moderna.

Y aunque Kracauer no se prodigó en demasía en su profesión, pues solo trabajó como arquitecto unos pocos años en un estudio privado de Frankfurt y en la Oficina Técnica de Osnabruck, durante el resto su vida siempre se comportó como tal.

En su aspecto más sintético y universal, Kracauer señalaba que la arquitectura solo era una más de las teselas del mosaico de la construcción de la vida.

Las referencias que nos han llegado de Kracauer nos lo presentan como un personaje asociado a un difuso concepto de “extraterritorialidad permanente” y situado en tierra de nadie. El mismo se definía como la insignificante ginesta o la verde retama que proliferan en los márgenes de los caminos y que muchos viajeros ignoran. También se comparaba con el inepto y desconcertado soldado Scheik, personaje literario de las novelas de Jaroslav Hasek, y al igual que aquel confesaba que, durante la Primera Guerra Mundial solo sirvió para la tarea militar “poco gloriosa, pero tan digna y necesaria, de pelar patatas contra el enemigo”.

Tras aparcar el ejercicio de su profesión, en su vertiente más inmediata del proyectar y construir (que una gran mayoría de arquitectos aun supone como la única existente), Kracauer dedicó el resto de su vida a ejercer, como Walter Benjamin describiria, de “observador de la realidad social que le rodeaba” y a escribir hermenéuticos libros y artículos sobre lo que se podría definir como “una recolección y rescate de los fenómenos marginales de la cultura”. Kracauer lo denominaba como “una búsqueda en pos de vistas y modos de ser”. Estas “vistas” versaban tanto sobre aspectos de la teoría del arte, la historia, la arquitectura, la sociología, la filosofía y la critica de cine.

En 1921 comenzó a escribir para el influyente Frankfurtter Zeitung publicando un sustancioso numero de artículos. Pero cuando la línea editorial del periódico fue virando hacia posiciones afectas al nazismo, la figura de Kracauer, con sus constantes apelaciones al compromiso de las libertades democráticas, fue tornándose mas incomoda y molesta para la dirección del diario. Paulatinamente se le redujo el sueldo, se le desalojó de su propio despacho personal y sus artículos comenzaron a ser rechazados o censurados por sus superiores. Y, como era de esperar, fue finalmente despedido.

En 1933, acosado y perseguido por el régimen nazi, se exilió en Paris. En 1941 se trasladó a los Estados Unidos y allí trabajó como humilde becario en investigaciones cinematográficas y en colaboraciones de proyectos sociológicos. En 1947 publicó uno de sus libros más conocidos, “De Caligari a Hitler”, concebido como una historia psicológica del cine alemán. Falleció en Nueva York en 1966.

Kracauer, siendo un gran intelectual, renunció a establecer teorías o idearios sobre la arquitectura. Y practicó, en este ámbito, un voluntario distanciamiento, tanto de las corrientes emergentes de su tiempo, como de las aferradas a épocas pasadas. Lo que realmente le interesaba de la arquitectura eran las razones estructurales que la conformaban y su papel en la sociedad.

Y tanto, como virginal arquitecto como en sus posteriores actividades, siempre permaneció, como el mismo remarcaba, “disponible y a la espera”.

En uno de sus artículos más importantes, titulado “Los que esperan”, explica y deja constancia de esta posición. Escrito en 1922, y de carácter filosófico-teologico, sirve a Krakauer para exponer su actitud personal de espera sobre “las distintas teselas del mosaico que conforman la construcción de la vida, y de la que la arquitectura era una más”.

A la búsqueda de lo absoluto, entiéndase en arquitectura lo supremo, en su articulo Kracauer identifica de un lado a aquellos que aceptan fanáticamente, y con una fe ciega, las tesis tradicionales e históricas, susceptibles con el tiempo de convertirse en sucedáneos o caricaturas; y del otro lado y opuestas, las posiciones escépticas, e incluso desesperanzadas, de los existencialistas o de los inoperantes utópicos (personas cortacircuitos los denomina) que, sin objetivos determinados, abrazan servilmente las modas y la magia estética de cada instante.

Incapaz de adherirse a cualquiera de estas multitudes, Kracauer prefiere desmarcarse del sistema imperante para quedar “disponible” (en el sentido de no haber sido “usado” ni manipulado) y permanecer “a la espera” en una actitud de “apertura” o “disponibilidad vacilante” y en una posición tan abierta como inconcreta a ojos externos. La vía que propone Kracauer solo pergeña, con la alerta del que no se deja llevar a engaño, una puesta a punto equidistante, entre aquellas extremas, como posible encuentro con lo supremo.

¿Qué significa esta espera?. Kracauer lo indica en estos términos:

“ El que espera tiene en común con el desesperado intelectual, ante todo, la valentía que les acredita en el poder perseverar.....”

Desde el lado positivo, la espera significa un estar abierto que, naturalmente, en modo alguno puede ser confundido con una distensión de las potencias anímicas que se esfuerzan en pos de las últimas cosas......”

Para el hombre aquí mencionado, de lo que se trata es, entre otras cosas, de la tentativa de trasladar el centro de gravedad desde el yo teorético al yo humanamente completo, y, desde el mundo irreal atomizado de las potencias carentes de forma y las dimensiones carentes de sentido, instalarse en el mundo de la realidad y de las esferas que circunda. ..”.

"Y sin embargo, ciertamente, toda indicación es aquí cualquier cosa antes que una instrucción para el camino. ¿Debe añadirse que el prepararse es sólo una preparación de lo que no puede ser forzado, de la transformación y de la entrega? ..”.

Kracauer conoce la historia de la arquitectura y sabe de sus avances y retrocesos, de sus errores y sus aciertos. Por ello, frente a la arquitectura de su tiempo, no se adscribe al clasicismo monumental que se proclama fundado en bases inamovibles, ni tampoco a las relucientes Neues Bauen o Neue Sachlichkeit, de las que si bien admite sus méritos, advierte que no logran las conquistas prometidas y que, en su mismas renuncias, vuelven a caer en dogmas enmascarados y en nuevos cánones formales. El Weinssenhof de Stuttgart y los cinco puntos de Le Corbusier constituyen, para Kracauer, el más claro ejemplo.

Podría parecer que la posición de Kracauer induce a la parálisis o a la inoperatividad, sin riesgos excesivos y sin avances. Es posible. Pero en esta aparente renuncia y expectante búsqueda es donde reside la grandeza y su lado heroico.

Basta repasar las ultimas arquitecturas actuales para reconocer, en muchos de sus ejercientes, algunas de las posiciones descritas por Kracauer. El cóctel de tendencias, dispares y antagónicas, es inacabable. Una mezcla entre los ansiosos de novedades sin apenas maduración, de un lado, y el pelotón de los nostálgicos del pasado, del otro. Y aunque todo esfuerzo debe ser admirado, también la disipación y las incoherencias deben ser advertidas.

El camino que propone Kracauer es duro y solitario. Es el del arquitecto, consciente de su papel y desligado de los vaivenes y modas, que pone en duda permanentemente lo que se proclama como eterno y rechaza, al tiempo, lo que se le inculca, demasiadas veces, como la nueva modernidad. Y que, además, no confunde las livianas metas y los corrientes haceres profesionales con la caduca narrativa social creada de su “excelsa profesión”. Cuestión esta última solo conducente a la petulante sensación de creerse importantes y a una ignorante confusión y olvido de sus valores propios.

Siegfried Kracauer solo espera y atisba críticamente el horizonte. Y, además, sabedor humilde del riesgo de no llegar siquiera al puerto deseado. Pero ya solo esta actitud, de inteligente espera, le legitima en la batalla de la búsqueda de la lucidez imprescindible en todo proceso creativo.




lunes, 3 de marzo de 2025

¿ LOS CAMINOS DE LA ARQUITECTURA ACTUAL ?. LA BRUJULA POLITICA DE ZAERA- POLO Y FERNANDEZ-ABASCAL

    


En la Escuela de Arquitectura de Valencia, a finales de los años setenta, nos lo montábamos bastante bien con lo de las tendencias emergentes en la arquitectura del momento. No es preciso subrayar lo diletantes que éramos.

En aquellos días nos parecía fácil manejar “el-quien-es-quien” de la arquitectura contemporánea. Los esquemas eran relativamente sencillos y hasta se podían ordenar cronológicamente en sentido vertical y horizontal. Los organicistas por aquí, los racionalistas por allá, el historicismo por arriba, la tendenza a un lado, los metabolistas en el otro, el naciente posmodern por abajo, etc., etc. Como no sabíamos más, nuestros sencillos gráficos nos parecían claros y ordenados.

Pero desde entonces, y aceleradamente en los últimos tiempos, la cosa se ha complicado. Tras el lío del posmodern (del que solo vislumbrábamos que ya estaba en puertas), del posterior deconstructivismo, de la arquitectura bloboidale, de la anarquitectura, de neofuncionalismo, de la dis-arquitectura, del landform y de otras tantas gaitas posteriores – que ya no se ni nombrarlas - la verdad es que hace tiempo que uno se pierde con facilidad.

Consulto al respecto con un colega ilustrado y me dice que es porque ahora estamos en la transversalidad permanente. Presumo que también en una perversa diagonalidad y envueltos en un infernal paraboloide que justifica todo dislate.

Este desconcierto personal tal vez se deba, así mismo, a la cortedad de la perspectiva desde la que miro. Añádase a ello la habitual confusión en que uno vegeta a pesar de tanta revista especializada (hoy en horas bajas por la dictadura de las redes) y de la mezcolanza de tantos congresos sobre arquitecturas-nada, de jornadas avanzadas, de mini-jornadas aún más avanzadas, y de abrumadoras conferencias y mesas de trabajo sobre futilidades similares. Y todo ello soportando, al tiempo, el agobiante torpedeo de la multitud de imágenes que aterrizan por la pantalla del ordenador.

Concluyo, finalmente, que mi general despiste es precisamente por todo ello. Los AsymptoteKengo Kumani-architecsmad officePei-Zhu, y tantos otros, revolotean imparablemente sobre mi cabeza en una confusa sopa de letras y me producen el natural trastorno. Son tiempos pantanosos y de mudanza en la arquitectura.

Así que, para ponerme al día y ver si llego a buen puerto en esto de la arquitectura actual, intento refrescar algunas de las publicaciones más solventes sobre el tema .

Y como no se trata de desempolvar los voluminosos tratados y mamotretos de historiadores y demás críticos al uso, buceo ahora a la búsqueda de esquemas gráficos y sintéticos que, a modo de prontuarios inmediatos, se puedan tener siempre a mano para una consulta rápida, y así evitar el poner cara de haba cuando algún vecino progre me dice que pretende hacer su casa en estilo “normcore” (que en realidad ni el sabe lo que es y lo habrá leído en alguna revista de esas de hogar y decoración) o cuando un conocido impertinente me pregunta sobre este o aquel arquitecto (que también habrá visto en el archdaily ese) y del que uno no sabe ni de su existencia.

Buscando estos guiones-chuleta me topo primero con los arboles evolutivos de Charles Jenks, ciertamente muy conocidos e incluso ya un poco clásicos, (¡como pasa el tiempo!). Así que los aparco de momento.

Reparo, a continuación, en un diagrama que Alejandro Zaera-Polo y Guillermo Fernández-Abascal confeccionaron hace pocos años. En su momento fue como un cubo de agua fría sobre tanta fantasía personal acumulada pero como me pareció, y me parece, muy solvente y actual ahora lo rememoro y así de paso recargo las pilas.

LA BRUJULA POLITICA DE LA  ARQUITECTURA GLOBAL

Este diagrama, al que sus autores denominan brújula, proviene de un articulo publicado en 2018 como revisión de otro anterior de 1998. O sea, que es muy actual y se advierte, al instante, que sus autores conocen muy bien el tema.

El axioma de salida de este mapa-brújula, tal como manifiestan sus autores, es que la arcadia feliz en la que estaban instaladas las ultimas arquitecturas tecno-paramétricas / globalizadas / tecno-corporativas, y demás corrientes adláteres de la posmodernidad mundial se desmoronaron bruscamente, con un antes y un después, tras el colapso de la etapa capitalista con la crisis del 2008. (Lehman Brother y todo el lio ese de los sistemas financieros).

Por ello, la arquitectura paramétrica, como mascaron de proa de la arquitectura estrella y a la cabeza de este orden reinante, que basaba su proyecto estético en los grandes edificios con geometrías espectaculares y tecnologías complejas solo posibles de ser diseñadas y calculadas mediante ordenadores, quedó entonces barrida y con un encefalograma plano a futuro.

La tesis, tras el descalabro, es que desde entonces la arquitectura actual ya no se rige solo por la sucesión de los diversos juegos linguísticos, o la dictadura algorítmica con mayor o menor carga teórica si no, y en principal manera, por la asunción y la vuelta de sus protagonistas a posiciones más comprometidas políticamente. Posiciones estas ciertamente olvidadas en las décadas anteriores, en la que los arquitectos, instalados en una falsa asepsia y un cómodo autismo, no miraban más allá de su propio ombligo, y de reojo como referencia, en el rutilante espejo de los arquitectos estrella.

El corolario final, tras esta debacle, es que solo las arquitecturas emergentes, que ya se estaban posicionando como alternativa a la etapa del tardo-capitalismo, son las que tienen alguna posibilidad de supervivencia.

En consecuencia, este mapa-brújula se centra en los trabajos de los estudios de arquitectura más jóvenes y sensibles que han abandonado las practicas usuales del parametricismo y sus variantes del posmodern. Por ello, deliberadamente, en el mapa-brujula se renuncia a incorporar a los arquitectos mas conocidos y establecidos en los circuitos anteriores, si bien algunos de estos, los que olfatearon los nuevos vientos de cambio, se reciclan y siguen presentes en ciertos episodios actuales.



LA BRUJULA POLITICA DE LA ARQUITECTURA GLOBAL

Este mapa-brújula es, formalmente, un diagrama sincrónico y circular y funciona tanto en forma centrifuga como centrípeta donde las tendencias mas radicales se posicionan en el borde exterior para hibridarse con las contiguas a medida que se recorre hacia el centro.