Rememorar la figura de Bruno Zevi (Roma 1918 - Roma 2000) y lo que significó para la arquitectura moderna resulta muy atrayente.
Y más el sopesar, desde nuestra perspectiva actual, el diverso impacto que tuvieron los Siete Invariantes de la Guia al Codigo Anticlásico formulados en su libro "El Lenguaje Moderno de la Arquitectura" en 1973.
Beligerante y apasionado, Zevi preconizó a ultranza la necesidad de una codificación del nuevo lenguaje moderno arquitectónico. La mayoría de sus libros, "Arquitectura In Nuce" (1964), "Saber Ver la Arquitectura" (1948), "Historia de la Arquitectura Moderna" (1950) no dejaron indiferentes a nadie. Para unos eran un conjunto de soflamas radicalizadas, y para otros, los libros imprescindibles de cabecera
En su Código Anticlásico Zevi establecía los siete invariantes con que se debía manifestar y desarrollar el lenguaje de la arquitectura moderna del siglo XX. Eran el nuevo "habla" a propagar y entender con su propio léxico, gramática y sintaxis.
A finales de los años setenta en la Escuela de Arquitectura de Valencia estos invariantes se convirtieron en una cuestión de fe indiscutible.También y al tiempo, los allí aspirantes a arquitectos, nos epatábamos con los "patrones de arquitectura" de Cristopher Alexander, aunque inmediatamente se veía que aquello de los "patherns" eran unas recetillas más simples tales como cuidar los umbrales en el tránsito desde el exterior al interior, o respetar siempre en los recorridos las secuencias desde lo publico a lo privado. En fin, cositas como más para ir por casa.
Claramente, los audaces invariantes de Bruno Zevi no eran lo mismo. Sus controvertidos enunciados destilaban vitalidad y confianza ilimitada. Eran de mayor calado y además, ante nuestra manifiesta incultura arquitectónica en esos tiempos, aquello parecía un chollo.
Según Zevi, cumpliendo fielmente el guión propuesto en sus invariantes uno podía, sin gran esfuerzo, empezar a hablar el lenguaje de la arquitectura moderna casi como quien hace rosquillas. Así que muchos de nosotros, aun con una dudosa idea de lo que era la arquitectura (en muchos todavía persiste hoy en día), ingenua y reiteradamente sometíamos nuestros proyectos de escuela y de papel a la prueba mágica del algodón que los obligados invariantes representaban, para comprobar anhelantes, si íbamos por el buen camino. Si ya eramos, o no, modernos.
Al terminar la carrera y salir a la fría realidad de la calle estos invariantes, como otras tantas cosas, se nos fueron olvidando por el camino así que, ahora, los rescato y les doy un repaso rápido.
Primer Invariante: El catálogo como metodología del proyecto. Este era el invariante más importante y fundamental. El "principio genético" de los demás. Se trataba de hacer un reset mental y empezar desde cero rechazando y poniendo en solfa todas las normas, ordenes, cánones, tabúes y modelos anteriores. Todo-de-todo-de-todo. Como si naciéramos de nuevo. A la porra cualquier dogma o imposición. O sea, que se podía prácticamente hacer lo que uno quisiera sin ninguna clase de reverencias a lo establecido (o eso es lo que nos parecía). Muy bueno y fácil, pensábamos. La cosa prometía.
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El catalogo como metodologia. Primer invariante.
© Editorial Poseidon
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Segundo Invariante : Asimetria y disonancias. Este invariante estaba chupado. Nada de redundantes composiciones simétricas que eran, precisamente, el maligno fetiche del clasicismo a extirpar. Nada de conjuntos falsamente equilibrados. La disonancia como resultado natural de la verdad que se proyectaba. Muerte a las lineas paralelas. Según Zevi, Simetría = Despilfarro Económico + Cinismo Intelectual. Tiene mucha razón, mascullábamos, y guillotina al angulo recto. Las plazas medievales, irregulares y libres, frente a la uniformidad artificiosa y dictatorial de la geometrías del barroco y del renacimiento.Y nada de escuadra ni de cartabón. Retornar a la mano alzada. Este invariante también parecía fácil porque generalmente, y sin proponérnoslo, la mayoría de los proyectos nos salían raros y asimétricos.
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Asimetria y disonancias. Segundo Invariante.
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