domingo, 11 de diciembre de 2016

LA PEQUEÑA JOYA DE BRAMANTE




En la Escuela de Arquitectura nos enseñaban que no había obra pequeña y que toda edificación, por mínima que fuera, tenía su corazoncito. Esta máxima de mimar lo minúsculo la contemplábamos tambien en los grandes maestros y la admirábamos en la Petit Maison de Le Corbusier, en el Teatrino flotante de Rossi, o en las viviendas mínimas de Dammerstok de Walter Gopius.