martes, 26 de enero de 2016

LA ARQUITECTURA DE LA MUERTE


Cuando yo era pequeño mi madre siempre me llevaba al cementerio el primer día de Noviembre. Además estrenaba abrigo. Ahora ya no voy con este atuendo, dado el supuesto cambio climático, pero el ritual de la visita persiste.

La cita obligada a esta ciudad de los muertos siempre despierta, en el variado personal que acude, un ramillete de sentimientos encontrados. En esas fechas, hay quienes entran de puntillas y se marchan lo antes posible. Oros hacen del lugar su segundo estar y apuran el día hasta con merienda.