APUNTES PARA UNA ARQUITECTURA AUSENTE

APUNTES PARA UNA ARQUITECTURA AUSENTE



Impenitente : Adjetivo. Que persevera en un hábito.
Ausente : Nombre común. Aplicado a personas o cosas. De lo que se ignora si vive todavía o donde está



"Un artista verdadero es alguien que está preocupado por muy pocas cosas."
Aldo Rossi


"No habrá otro edificio"
Louis Kahn


viernes, 18 de mayo de 2012

NO DIGAS A TU MADRE QUE SOY ARQUITECTO. (Arquitectos al menudeo)



Cuando yo era joven la carrera de arquitectura era una de la más chupiguay.
A ella se apuntaban vocacionalmente unos y despistadamente otros, pero todos soñadores de futuras glorias. Entre nuestros amigos, era una de las que más molaba.

 
Para los que aspirábamos a ella, la arquitectura era la conjunción del arte y de la  ciencia, del disfrute personal y del reconocimiento social. Todo ello bien fundido y encastado. Y además bien pagado. La repera.
También existían otras profesiones aupadas al pedestal de las "carreras buenas". Pero los futuros artistas las despreciábamos un poco porque pensábamos que eran más grises y tristes. Su reconocida relevancia económica no nos interesaba en demasía. Nosotros éramos más progres y estábamos en otros temas.
La arquitectura se escribía, siempre, con A mayúscula y, desde antaño, los arquitectos habían ostentado un status de reconocimiento y dignidad. La historia así lo demostraba. Incluso, en otros tiempos más recientes y difíciles, su sentido de la sensatez y del bien hacer los respaldaban.
Pero todo esto ha ido cambiando últimamente a peor. Los arquitectos estamos, actualmente, probando el hierro del paro, la precariedad y una creciente crítica social. Desde hace, al menos un par de décadas y descarnadamente en los últimos años, nos hemos caído (mejor dicho, nos han tirado) del egregio pedestal de antaño. Y parece que no quedará nadie ni para recoger los trozos rotos.
A los arquitectos del star-system y a los glamurosos ya se les contempla con recelo por sus tantos disparates megalómanos y los descontrolados dispendios económicos que provocan . Al resto solo se nos utiliza y apenas se nos contempla. Y si se hace, generalmente, no es con grandes elogios. 
¿Porque estamos donde estamos, sin pena ni gloria, e inmersos en este marasmo?.
Diré la primera razón que se me ocurre: porque nos lo hemos ganado a pulso.También diré una segunda: porque nos lo merecemos.

Lo demás es engañarse y el intentar poner tiritas para detener una hemorragia.  

Y no saldremos de esta si no identificamos y asumimos primeramente nuestros errores.

Solo citaré, por no aburrir, alguno de ellos:


Primer Error :  Los mismos arquitectos hemos olvidado, en la mayoría de los casos, la cualidad fundamental de lo que es la arquitectura. Hasta hemos aceptado el que se nos encasille  como una  "profesión" más. Ya sé que en la sociedad actual no es posible ir por libre y sin el titulito. Y también que no se  se trata de que todos los arquitectos nos creamos Borrominis o Palladios, pero hemos permitido, poco a poco, el soportar y el tener que dedicar la mayor parte de nuestro tiempo a pura burocracia y papeleo en vez de poder pensar más en formas y espacios (a algunos, ni siquiera les ha dado tiempo a pensar).


Nos hemos "profesionalizado", pero a peor. Se nos cataloga, en el mejor de los casos,  como unos meros firmones a los que inexcusablemente hay que acudir para tramitar papeles y permisos. De arquitectura, a veces, ni se habla.

               
                          

                                El sentido último de la Arquitectura olvidado por muchos arquitectos.
                                 Dibujo para la Basílica de San Pedro en Roma. Miguel Ángel. 1546.



















Segundo error: Endiosados y envueltos en nuestro arrogante papel de "artistas", hemos ido renunciando a otros campos de actividad de "bajo rango" para nuestras elevadas pretensiones.

La soberbia no nos ha permitido, muchas veces, hacer nuestras otras formas alternativas de trabajo e intentar impregnarlas de un espíritu propio. Cierto que la valoración de un inmueble o un estudio de seguridad y salud no es un tema especialmente áulico para el cultivo de la belleza, pero seguro que siempre habrá algún resquicio para tunearlo. En la mayoría de los casos ni lo hemos han intentado.


Demasiados arquitectos “divinos” para una sola Diosa.
 Hestia, Diosa de la Arquitectura. Anónimo, Siglo I A.C.


Tercer error: "Cuanto más mejor, y si se hace en menos tiempo mega-mejor". Cuando la coyuntura así lo ha permitido, los proyectos, las obras y las decisiones tomadas han carecido, y no nos ha importado, del tiempo de maduración que requerían.

Acuciados por el propietario, por la promotora, o por la administración, hemos redactado planes, proyectos, contra-planes y contra-proyectos en tiempos records en los que, difícilmente, era posible siquiera empaparse del espíritu profundo de la cuestión y de reflexionar y repensar las cosas. El desastroso resultado edilicio y nuestro menguante prestigio a la vista están.

 
 Deprisa, deprisa: fast-arquitectura y un urbanismo exprés
                                            

Cuarto error: Los arquitectos, por formación, no somos generalmente unos tahúres del Mississippi y nuestra contrastada indolencia crematística nos traiciona continuamente. Como dice un conocido maestro, invirtiendo el refrán: “siempre damos liebre por gato”.

Pero, estúpidamente, hemos entrado en la trampa del regateo y de las rebajas por nuestros trabajos. La timo-liberalización, a la que nos sometió Europa con sus directivas, y el natural hambre de trabajo del personal no han sido buenos compañeros de viaje.

Es más, la maldita competitividad, con el engañoso lema del "mayor resultado en menor tiempo",  lleva aparejado subliminalmente el "que si se hace tan rápido es, porque al fin y al cabo, lo que se hace no es tan difícil…y es solo papel “(a mí ya me lo han dicho más de alguna vez): por lo tanto su valor (honorarios) no puede ser tanto. Defender el que detrás del “papel” hay muchas más cosas es cansado y aburrido, y cuanto más poderoso e inculto es el cliente (suele coincidir) más se la sopla.

Así que todos a jugar al si quieres-lo-tomas-y-si-no-lo dejas-y- rapidito-que-hay-cola.


 Con la timo-liberalización los arquitectos aun “ más liebre y menos gato”



Quinto error: Hemos tragado sin rechistar, año tras año, legislatura tras legislatura, todo el aluvión de normas, códigos y decretos con que se nos ha torpedeado. El Consejo Superior de Arquitectos de España no ha resultado demasiado eficaz en este apartado.

La administración, los otros colectivos o quien pasaba por allí, nos han metido todos los goles que han querido: La LOE, la Ómnibus, Bolonia, el CTE, etc., etc., y yo no sé cuántas cosas más. Por no entrar en el sudoku de las distintas legislaciones que cada comunidad autónoma y cada ayuntamiento se han ido inventando. Toda una serie de corsés legislativos cambiantes y absurdos. Cuando nos hemos dado cuenta, ya estábamos liados en una maraña sin salida cuya finalidad es solo una: los arquitectos somos los responsables de todo.

Marea de normas, CTE, LOEs, decretos….y nuestras anchas espaldas
Baumeister. Jost Amman. 1536.


Sexto error: El creernos por encima del bien y del mal cuando a la crisis actual (no solo la económica) ya se le veían las orejas. Hemos cerrado los ojos ante la realidad que nos llegaba. Al que le iba bien porque le iba bien y pensó que esto no iba con él. Al que no le iba tan bien porque ni se había enterado de que, alguna vez, las cosas fueron mejores. Encerrados en nuestro caparazoncito, al calor de un cierto y trasnochado chauvinismo, y subidos a nuestra nube, ingenuamente nos creíamos intocables. Ni nuestro engolado léxico ni las cuidadas poses/vestimentas con que solemos camuflarnos han resistido el vendaval que ha barrido de cuajo nuestra vanidad. Así nos va. 



Los arquitectos, una vez más, en las nubes.
  La Arquitectura. J. Michael RottMayr.1705


Séptimo error: No nos hemos adecuado, seriamente, a las nuevas formas de trabajo que los tiempos y la sociedad exigen. 

Nuestra genial y orgullosa individualidad campaba por encima de todo.

Trabajábamos "multidisciplinarmente" de cara a la galería, pero solo de boquilla. Cierto que contábamos con algún ingenierete para resolver lo del aire acondicionado y la estructura si aquello se complicaba un poco.

 Pero no nos hemos enterado que, en los tiempos que corren, la arquitectura no es solo el “monete” ese que hacemos en la servilleta de papel el rato en que estamos "inspirados". 
 Ni que el trabajo de equipo tampoco se limita a esa petulante y paleta coletilla del "y   asociados", "arquitectura integral", etc., que pomposamente ponemos en nuestras tarjetas   y en nuestros logotipos, eso sí, perfectamente diseñados.

La mayoría no hemos sido conscientes de que la arquitectura se ha transformado en una disciplina compleja, que exige ciertamente una respuesta multidisciplinar en la que hay que aceptar que uno no lo sabe todo y, en la que para sintetizar y coordinar eficazmente, hay que contar con quienes si saben más que nosotros de otras cosas.

 En nuestro papel de "divinos solistas" se nos olvidó que existía el resto de la orquesta.



          ¿Trabajo multidisciplinar?
          La Construcción de la
           Torre de Babel.
           Anónimo.1025.


En USA el número de arquitectos independientes es ya muy reducido porcentualmente. En China, el que trabajen dos mil arquitectos en el mismo edificio es cosa normal. Que yo sepa, en España, la mayoría de la profesión aún se concentra en estudios de pequeña escala y pocas personas. Y con la crisis ya ni eso. Y no es que en USA o en China tengan mayor potencial económico (que lo tienen), sino que ha aprendido rápido como se tienen que hacer las cosas actualmente. Nosotros, aquí, hemos perdido el paso que lleva la sociedad. 
                                                                 -----o-----
                 

¿Y dónde estamos ahora ?.  En ningún sitio y un poco perdidos. Descolgados del papel que históricamente se nos asignaba. Y carne fresca de cañón para los que nos tenían ganas.

Se dice que tenemos que renovarnos. Tal vez sea lo cierto. Yo lo único que sé es que, anteriormente, hemos pasado por circunstancias parecidas, más leves sin duda, y que  solo nuestra capacidad camaleónica de adaptación nos salvó.

Así que para no acabar en vía muerta tendremos que reinventarnos. La ilusión y la imaginación son las armas con que contamos y que nunca nos han fallado. Y además el entender que, además del dibujito en la servilleta, hay que incorporar en nuestra tarea las cualidades que los tiempos exigen inexorablemente: sostenibilidad, ecología, ahorro energético (y de los demás), respeto, economías, integración, especialización, tesón, más cultura, humildad, ……y todo lo que se nos ocurra.

Por ahí va inevitablemente el futuro si queremos sobrevivir y que la sociedad nos reencuentre.

Para los jóvenes arquitectos es una obligación. Para los mayores casi una quimera. Mientras tanto, a apretar los dientes y a aguantar. Habrá que renunciar, de momento, a nuestra ansiada subida al Olimpo de los Dioses. Para subsistir y durante la ineludible travesía, a picotear por aquí, por allá, y trabajar al menudeo.

¡Ah!.….y seria advertencia para aquellos/as con novios/as o ligues con futuro: mejor que tu pareja, de momento, no le diga a su madre que sale con un arquitecto.



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